lunes, 28 de marzo de 2011

Capitulo 19: Nostalgia por las raíces

Capitulo 19: Nostalgia por las raíces

El primer viernes del mes de marzo ya había iniciado, y los medios de comunicación hicieron saber que los asaltos a los jugadores de Oochel muk' habían disminuido en todo el país. Varios de los asaltantes ya se encontraban en las cárceles. Muchos de ellos eran traficantes, y vendían las figuras al mejor postor, sin embargo ninguno de ellos fue capaz de revelar cual era el paradero actual de todas las figuras que habían robado. Pero como fuera, varios jugadores ya se sentían mas libres de salir a la calle y tener una batalla, sin el temor de ser asaltados.

Desde la batalla con Roxana, Fernando había estado muy circunspecto. Algunos pensaban que se debía al daño que sufrió durante la pelea; algunos otros que conocían lo sucedido con Linda, atribuían su cambio de actitud al rechazo de la hermosa chica, y los amigos mas cercanos de Fernando consideraban que podía ser una mezcla de las dos teorías; aunque de algo si estaban seguros; la actitud de Fernando había cambiado, ya no era el mismo que hace unas semanas.

—¿Que te pasa Fernando? —Le preguntó Xavier a su amigo, pues estaba preocupado, ya que desde que tuvo novia, se alejó un poco de sus dos amigos.

—No lo se... Creo que me cayeron mal los tamales de la mañana... ¿Y donde dejaste a tu novia? —Contestó Fernando tratando de disimular su apatía, sentado en frente del salón de lengua española, pues aun no iniciaba la clase.

—Vamos hermano, te conozco bien y se que tu tienes algo mas... —Insistió Xavier, sentándose al lado de Fernando, mientras le daba una palmada en la espalda a su amigo.

—Pues... Que te puedo decir, me sentí inútil en la ultima batalla; quizás tu no la viste por que estabas en tu clase de inglés, pero... Fue algo patético, un poco más y me hubiera derrotado... Creo que recordé tiempos pasados. —Respondió Fernando agachando su cabeza, mirando fijamente el suelo.

—Yo sé que eso fue duro, pero si eres el Fernando que conozco, se que lo superaras e idearas otra técnica superpoderosa que será prácticamente imposible de vencer.

—Puede que tengas razón... Tal vez debería empezar a entrenar de nuevo... Tiene tiempo que no pienso en nuevas técnicas.

—Aun siento que hay algo mas que te aqueja... Algo tan simple como eso no pondría así a Fernando.

—¡No es tan simple como crees! ¡Tu no conoces mi pasado!... Pero en fin... Creo que tienes razón... También estoy así por Linda.

—¡Vamos! ¡Ya tiene tiempo desde que te dijo que no! ¿No crees que ya sea hora de superarlo?

—Quizás si... Pero es que Xavier... No son enchiladas; las cosas no son así de fáciles...

—¿A que te refieres?

—Ella es una muy buena amiga mía... Tú sabes que si dudaba en revelarle mis secretos, era por el miedo a perder su amistad, y al parecer la estoy perdiendo...

—¿Por que dices eso?

—Ya no me mira cuando intento hablarle, agacha la cabeza cuando me acerco a donde esa ella con sus amigas... Incluso se ha vuelto un poco distante en sus mensajes del celular.

—No me extraña hermano... Digo... ¿Como estarías tú, si tu mejor amiga se te declarara, cuando tú no sientes nada por ella?

—Ahorita en mi caso, brincos diera por que así fuera, digo podría decirse que Linda es mi mejor amiga; pero tratando de entender tu punto, tiene sentido... Menos por una cosa.

—¿De que se trata?

—Hace poco ella me dijo, que me había rechazado por que yo soy para ella un gran amigo y no quiere que sea simplemente otro más... Entiendo a la perfección sus razones, pero si así son las cosas... ¡Al menos que me mire cuando vaya a buscarla!

—Ya entiendo, la clásica excusa del miedo a la amistad... La verdad hermano para mi, esas son tonterías; si de verdad son amigos, no tienen por que perder la amistad, pero bueno...

—No lo se...

—Vamos, tu tranquilo, solo es cuestión de tiempo, para que los dos reflexionen y vuelvan a ser como antes... ¡Ya verás que todo estará bien!

—Gracias Xavier... Creo que ya tenemos que entrar a la clase.

—Tienes razón... Por cierto Fernando... Recuerdas el trabajo de computación que ofreciste hacerme si te pagaba... ¿Podrías hacerlo aun?

—Lo siento Xavier... Yo te dije que me avisaras con anticipación, les avisé una semana antes, ya no puedo ayudarte ahora... Aun tengo que acabar otros quince trabajos.

—¡Pero hermano! ¡Que te cuesta uno más!

—En serio, lo siento mucho Xavier, por eso te dije que me avisaras con anticipación, no de un día para otro... Tú y Javier me dijeron que ustedes lo podían hacer por su cuenta.

—¡Ya se! ¡Te pago el doble!

—Es que Xavier... No se trata de eso... Mira, apenas y tengo tiempo para acabar los que me faltan, tu bien sabes que hoy voy a mi curso de inglés en la tarde... No se si duerma hoy...

—¡Vamos! ¿¡Ni por que soy tu amigo!?

—¡No empieces Xavier! ¡La amistad y el trabajo son aparte!

—Vamos hermano... ¡Ayúdame por favor!

—Ya te dije que no es tan fácil como crees... Es un trabajo laborioso.

—Esta bien... Ya entendí... Pensé que éramos amigos, pero me equivoque... ¡Payaso! —Terminó diciendo Xavier muy enfadado, mientras entraba al salón, casi al punto de azotar la puerta.

—Inútil irresponsable... —Pensó Fernando mientras detenía la puerta, entrando también al salón.

La tarde pasó y como lo predijo Fernando durmió pocas horas a causa de los trabajos que se comprometió a hacer, sin embargo, como había pedido el pago por adelantado, no podía retractarse de su oferta. Aquel día varios compañeros suyos estuvieron conectados en Internet hasta tarde, y aprovechaban para preguntarle a Fernando las cosas en donde se atoraban; pues el chico era un as en la computación, ya que lo había demostrado en innumerables clases. Sin embargo había un chico que no se atrevía a pedirle ayuda a Fernando, ya sea por pena o por orgullo, Xavier, por más dudas que tuviera, no le preguntó nada a su amigo aquella noche, y una vez que hubo acabado, dejo en la ventana de conversación de su amigo un mensaje.

—Te agradezco por todo hermano, pero en serio te pasaste esta vez, no te costaba nada ayudarme, pero me dejaste solo, la verdad creo que si a ti no te interesó nuestra amistad, no tiene por que interesarme a mi... Pero igual gracias y ojala que queden bien tus trabajos. —Escribió Xavier y rápidamente apagó su computadora para no tener que leer la respuesta de Fernando.

—Maldito convenenciero... —Se limitó a pensar Fernando cuando vio el mensaje de Xavier, que ahora ya estaba desconectado.

Al día siguiente Fernando repartió todos los trabajos en su primera clase, mientras Xavier lo miraba despectivamente, como reprochando el no querer haberlo ayudado. A pesar de que Javier, Fernando y Xavier se sentaban juntos en todas las clases; ahora procuraron que Javier quedara en medio de los dos para no cruzar palabra alguna. Javier sabía lo que había pasado, pues ya había escuchado la versión de sus amigos, sin embargo, decidió no intervenir, pues era algo que no le concernía, y que sus amigos debían arreglar, ayudando solamente si ellos lo pedían.

Las clases transcurrían y las cosas no mejoraban para nada, al contrario, empeoraban con cada mirada de ira que los dos chicos llegaban a cruzar. En las ultimas horas del día, Xavier decidió apartarse de Javier y Fernando; a irse a sentar junto a su novia y sus amigas, de tal manera que Fernando pudo comentar lo que estaba sucediendo con Javier con mas libertad, y una vez que ya no hubo mas que decir, empezaron a hablar sobre lo que Javier pensaba sobre Linda, y las oportunidades que su amigo dejó pasar.

Cuando las clases acabaron, Fernando se despidió de Javier, y se dirigió hacia el metro, sin embargo, esta vez, al darse cuenta que aun era temprano, decidió quedarse a entrenar un rato en el parque que estaba a un costado y enfrente de la entrada a dicho transporte publico, alejándose un poco para evitar molestias, pero no tanto por temor a ser atacado de sorpresa.

—¡Quetzalcóatl! ¡Vamos! ¡Usa taladro mientras esquivas todos esos árboles! —Le ordenó Fernando a su figura, al tiempo que la sacaba de su bolsa y la aventaba al aire, iniciando la conexión e inmediatamente pasó a forma de taladro, para ejecutar dicho ataque, que ayudaría a mejorar sus maniobras en el aire, mientras se encontrara en forma de taladro.

Después de un rato de incesantes ataques, a Fernando ya no se le ocurría que ordenarle a su figura, pues al parecer todas sus técnicas se encontraban al limite y no había manera de perfeccionarlas mas.

—Maldita sea... Todas mis técnicas han alcanzado su punto máximo... Y aun así casi soy derrotado por aquella chica... Otra vez este maldito sentimiento de impotencia vuelve a mí... Es como al principio... —Se dijo Fernando a si mismo mientras su mente le hacia ver algunos recuerdos pasados; recuerdos de cuando empezaron sus días como jugador de Oochel muk'.

Fue hace ya algún tiempo que Fernando recibió a Quetzalcóatl, quizás unos tres o cuatro años, pues el chico ya había terminado la primaria, presentado sus exámenes de admisión a dos secundarias, siendo aceptado en el Instituto Mexica. Para este tiempo, Fernando aun tenia su cabello corto, pues en la primaria era requisito llevarlo así, y no fue sino hasta la Preparatoria donde pudo cumplir su sueño de tenerlo largo, y por lo lacio y negro de su cabello, se le veía bien así. Quedaban aun dos semanas de vacaciones y la familia de Fernando había decidido ir a quedarse unos días a Hidalgo, a la casa de los abuelos de Fernando. Las primas del joven también habían ido a pasar las vacaciones al pueblo de su abuelo, y de quedaban en la casa de al lado.

Ya estaba cerca el medio día, toda la familia ya había desayunado y Fernando junto con su hermana fueron a jugar fútbol al patio delantero con su pequeña prima de apenas unos seis años. Mientras tanto el abuelo charlaba con los padres de Fernando dentro de su habitación, a puerta cerrada. Los progenitores de Fernando se encontraban sentados en dos bancos de madera, frente al abuelo, mientras mantenían una expresión entre seria y sorprendida en su semblante; por otro lado, el abuelo; que se encontraba en frente de ellos, sentando en su cama, con su barbilla apoyada en el mango de su bastón, mientras se dibuja una discreta sonrisa, en su rostro.

—¿Entonces que opinan sobre ello? —Preguntó el abuelo a su hija y su esposo, despegando la barbilla del mango de su bastón.

—No tenemos ninguna molestia en ello. —Respondió respetuosamente el padre de Fernando, con un tono de voz algo fuerte, pues era bien sabido, que el abuelo ya no podía oír muy bien.

—Pero papá... ¿Por que de todos nosotros, escogiste a Fernando? —Preguntó la mamá de Fernando con cierta curiosidad.

—Por que en el veo mucho potencial; potencial que aun esta oculto, pero con el tiempo, aprenderá como desarrollarlo... Sin duda es el mejor para ello. —Contestó el abuelo mientras se ponía de pie apoyándose en su bastón, con algo de trabajo, para después dirigirse a la ventana, y observar como Fernando estaba jugando con su hermana y su prima.

—Yo creo lo mismo que usted... —Agregó el padre de Fernando dirigiéndose hacia el abuelo, mientras también se ponía de pie, y ponía un brazo sobre el hombro de su esposa para decirle unas cuantas palabras— Tenemos que confiar en Fernando, después de todo, somos sus padres.

—Si, lo sé. —Se limitó a responder la madre de Fernando.

Después de ello, la madre de Fernando fue al patio a buscar a su hijo, y una vez que éste la vio, corrió hacia ella en respuesta a las señas que su madre le hacia, la cual le dijo a Fernando que su abuelo necesitaba verlo, que fuera a buscarlo. El chico fue de inmediato a buscar a su abuelo, lo cual no le resultó difícil, pues aun se encontraba en su cuarto, pero esta vez estaba solo, y tenía su puerta abierta. Fernando se acercó a la habitación, tocó la puerta por respeto, aunque esta se encontrara abierta; su abuelo le indicó que pasara y una vez que Fernando entró, su abuelo sacó una vieja caja de madera de un cajón del tamaño de un estuche de lentes.

—Había estado guardando esto desde que naciste, tus padres ya sabían de esto, solo que decidimos entregártelo hasta que tuvieras edad suficiente, y ahora que has sido aceptado en la secundaria, el momento ha llegado... —Dijo el abuelo mientras se sentaba en su cama y ponía el estuche de madera en una de sus piernas y hacia una breve pausa para darle la caja al joven Fernando que lo miraba perplejo— Toma, vamos, ábrela...

—Wow... Esto es... —Se dijo a si mismo Fernando, mientras abría la caja y se asombraba por lo que ésta guardaba en su interior.

—Así es... Es una figura de Oochel muk'... Fue mía alguna vez, pero yo ya estoy muy viejo para esas cosas... Ahora es tu turno... —Agregó el abuelo, poniéndose de pie y mirando a su nieto con cierta felicidad.

—¡Vaya! ¡Gracias abuelito! —Exclamó Fernando mientras abrazaba a su abuelo— ¿¡Y me vas a enseñar como usarla!?

—Te puedo enseñar lo básico, pero el como usarla, así como las técnicas de batalla, dependerán totalmente de ti... —Respondió el abuelo mientras ponía su mano derecha en el hombro izquierdo de su nieto.

—Me parece bien... ¿Cuando empezamos? —Preguntó de nuevo Fernando, con cierta emoción en su joven rostro.

—Ahora mismo... —Se limitó a responder el abuelo mientras cerraba la puerta de su cuarto.

—Pero entonces yo no tenía el potencial de ahora... A decir verdad, en esos años pensaba que nunca llegaría a ser un buen jugador de Oochel muk'... Me sentía tan impotente... Justo como ahora... —Pensó Fernando, de nuevo en el presente, mientras seguía ordenándole más taladros a Quetzalcóatl, para después, sumergirse en sus recuerdos.

Ya había pasado una semana desde que Fernando recibió a su figura, sin embargo aun no podía dominar los ataques de su figura, pues Fernando nunca fue un niño dedicado al deporte o desastroso; al contrario, le dedicaba mas tiempo al estudio, siendo siempre un niño muy tranquilo. Quizás aquello se debía a que Fernando padeció de asma muy pequeño, y hasta quinto de primaria estuvo en tratamiento; por lo que la mayoría de su infancia de vio imposibilitado físicamente a hacer demasiado ejercicio, dedicándole así, mas tiempo al estudio, lo que causó que no tuviera una buena condición física, careciendo así, de una amplia reserva de energía; pero no fue sino hasta ese momento cuando de verdad lamentó no tener tanta energía como otros chicos.

—¡Vamos! ¡Utiliza taladro! —Le ordenó Fernando a Quetzalcóatl, quien de inmediato ejecutó su técnica y destrozó una piedra del parque de juegos donde se encontraban; sin embargo, cuando su figura terminó el ataque, Fernando cayó de rodillas al piso, exhausto, pues había consumido gran parte de su energía— ...Maldita sea... Soy patético...

Los días pasaron muy rápido, y con ellos las vacaciones, de tal manera que pronto llegó el primer día de clases para Fernando. Era de madrugada, aun no salía el sol, y el chico ya se había levantado, puesto su viejo uniforme de la primaria, un pantalón de vestir azul fuerte, con un suéter del mismo color, solo que ahora no llevaba el escudo de su antigua escuela; y debajo llevaba una camisa blanca tipo polo. Su papá fue el encargado de llevarlo hasta su nueva escuela, el Instituto Mexica, ubicado en Indios Verdes, salieron mas temprano que de costumbre, los dos se subieron al Pointer blanco tipo vagoneta, que era el automóvil de la familia. Fernando estaba algo nervioso, pues no conocía a nadie en su nueva escuela; era empezar desde cero de nuevo, y ahora de ser el mas grande de la primaria, pasaba a ser el mas chico de la secundaria. Pasaron unos quince minutos, y Fernando junto con su papá ya se encontraban frente al Instituto Mexica; habían muchos niños frente a la puerta, y algunos profesores o prefectos les indicaban que hacer al momento que entraran. Su papá acompañó a Fernando hasta la entrada y una vez ahí, el chico le dio un beso en la mejilla a su padre, seguido de un abrazo y le dijo que se veían después, al tiempo que su padre le deseaba mucho éxito en su primer día como alumno de secundaria; mientras veía como su hijo se perdía en la entrada de la escuela, entre tanto niño.

Una vez que Fernando estuvo en la entrada, le indicaron que adentro, buscara la fila que tuviera la pancarta con el número de su grupo, y se formara ahí, hasta que empezara la bienvenida. Pronto logró ubicar a su grupo, el 1103, y se fue a formar hasta atrás, donde se encontró a un chico algo gordito, un poco mas bajo en estatura que él, con cabello chino y una expresión de cansancio.

—Hola... ¿Este es el 1103? —Le preguntó Fernando a aquel chico, con cierto tono enérgico.

—Si... —Se limitó a responder el chico de cabello chino, mientras miraba algo espantado a Fernando.

—Gracias. —Le contestó Fernando, al tiempo que aquel chico se volteaba de nuevo hacia enfrente.

El día siguió su curso, cada maestro se presentaba ante el grupo, mostraba su forma de evaluar y los mas alegres hacían que sus nuevos alumnos también se presentaran ante el grupo. Nadie conocía a nadie, todos en aquel grupo eran desconocidos hasta entonces. Fernando se encontraba sentado cerca de las ventanas que daban al pasillo, y ahí, sin conocer a nadie, tomaba nota sobre los requisitos que pedía cada maestro.

Pasaron los días, en los cuales los alumnos fueron informados sobre las reglas generales de la escuela; entre ellas se encontraban las que hablaban sobre las batallas de Oochel muk'. Éstas estaban permitidas dentro del Instituto, pues para la mayoría, las consideraban como un deporte como el football o el basketball, sin embargo había algunas otras reglas además de las generales; entre ellas destacaban algunas como la que decía que solo se podían tener batallas durante la hora del receso, que estaba prohibido tener una batalla dentro del salón o en los pasillos o también estaba otra que prohibía aprovecharse de los otros alumnos por medio de las figuras.

Pronto pasó un mes, y Fernando aun no había hecho grandes amigos, sin embargo ya le hablaba a varias personas, con las que se la pasaba platicando durante el receso, sin embargo aun no había tenido la oportunidad de tener una batalla de Oochel muk', por ahora se conformaba con ver las de los demás, generalmente las de los chicos de grados mayores al de él.

Sin embargo un buen día le tocó observar como un chico de su grupo parecía querer obligar a otro chico del mismo grupo a tener una batalla de Oochel muk'. Fernando recordaba los nombres de aquellos dos chicos; el chico que se negaba a tener una batalla era Gustavo y el otro que lo intentaba obligar era Fabián. Entre los dos chicos había una gran diferencia, pues Fabián era mucho mas fuerte, físicamente hablando, que Gustavo, además de que en esos momentos Fabián estaba acompañado de otros tres chicos y Gustavo estaba solo. Fabián era el clásico chico rudo que se aprovecha de los más débiles; sin embargo tenía una estatura menor a la de Fernando, era delgado pero fornido, de cabello negro y una mirada picaresca, al contrario de Gustavo, un chico más alto, pero algo gordito, de mirada cansada y cabello chino. De repente Fabián perdió la paciencia y lanzó un golpe contra la cara de Gustavo, que sin moverse, se quedó con la misma cara de aburrimiento.

—¡Déjalo en paz! —Exclamó Fernando, mientras que con trabajos detenía el golpe de Fabián y lo miraba a los ojos desafiantemente— ¡Yo seré tu oponente!

—¡Vaya! ¡Así que ustedes dos son novios! —Contestó Fabián con un tono burlón— Bueno, no importa quien sea... A fin de cuentas será lo mismo.

—¡Cállate y empecemos! —Gritó Fernando muy enfadado.

—Se ve que te gusta perder rápido... Como sea, te complaceré... ¡Tlemauatl! ¡Rayo de fuego! —Le ordenó rápidamente Fabián a su figura, que de inmediato brincó de su mano y lanzó su ataque.

—¡Quetzalcóatl! ¡Defiende con taladro! —Exclamó rápidamente Fernando mientras iniciaba la conexión con su figura; la cual de inmediato se ejecutó su técnica, enfrentándose al rayo de fuego, consumiéndolo como un taladro se abre paso ante un muro.

—Vaya, vaya... Que buen movimiento, pero veamos si puedes mantenerlo... ¡A toda potencia Tlemauatl! —Gritó Fabián y de inmediato su figura aumento el poder del rayo que salía de la palma de su mano, frenando el avance de su enemigo.

—¡Resiste Quetzalcóatl! —Le ordenó Fernando a su figura, la cual, también aumento el poder de su técnica, manteniendo por lo mientras un equilibrio en el choque de las dos energías, sin embargo Fernando ya demostraba señas de cansancio, pues su cara ya estaba empapada en sudor.

—Justo como lo pensé al verte... Un chico como tú jamás podrá ser un jugador respetado de Oochel muk'... Eres demasiado débil... ¡No tienes la energía necesaria! ¡Acaba con él Tlemauatl! —Exclamó Fabián y su figura incrementó una vez mas la energía en su ataque, venciendo a su enemigo, el cual fue estrellado contra la pared por el rayo de fuego.

—Que demonios... —Se dijo a si mismo Fernando, mientras caía de rodillas por el cansancio y la frustración ante su rápida derrota.

—Das pena chico... Si yo fuera tú, me retiraría de esto lo antes posible. —Le dijo Fabián a Fernando con cierto tono despectivo, mientras se alejaba de aquel lugar con sus amigos.

—La próxima vez que quieras ser un héroe, asegúrate que puedas hacerlo... —Agregó Gustavo mientras le entregaba a Fernando su figura y se alejaba de aquel lugar— No tenias que hacerlo... Pero igual supongo que gracias...

—Baboso... —Se dijo a si mismo Fernando mientras se ponía de pie, y con trabajos, caminaba hacia donde se encontraban las escaleras para subir a su salón.

Aquella batalla fue un golpe muy duro para Fernando, y desde entonces decidió entrenar cada receso. Al mismo tiempo fue conociendo a más personas, sobre todo cuando le asignaron su lugar, hasta el frente del escritorio del profesor, y detrás de él se encontraba una chica muy atractiva de nombre Areli y detrás de ella se encontraba Gustavo. Los tres chicos pronto simpatizaron, de tal manera que Fernando los consideró como sus primeros amigos de la secundaria.

En un abrir y cerrar de ojos pasaron dos meses, sin embargo los entrenamientos solitarios de Fernando no habían sido suficientes, pues cuando lo desafiaban a una batalla, siempre perdía; la mayoría de veces relativamente fácil. Sin embargo este motivo no le impidió relacionarse con más compañeros, aunque no llegó a profundizar con alguno. Aun así como todo chico de su edad, le gustaban las chicas, y más en específico, Areli. Su amiga era una chica muy bonita y atractiva de tez clara y cabello negro, estatura promedio y unos seductores ojos cafés oscuros, de tal manera que Fernando no fue el único chico que se fijo en ella, también lo hizo Gustavo y otros muchos chicos de su grupo; pocos fueron los que le confesaron sus sentimientos, sin embargo Areli rechazó a todos, y como Fernando se sabia sin oportunidad, decidió callar sus sentimientos y continuar con su vida.

Era un viernes, y Fernando se encontraba en su clase de matemáticas cuando sonó la chicharra que indicaba que el receso ya había iniciado, por lo que de inmediato salieron todos los alumnos en manada de sus salones hacia el patio de la escuela. Fernando, como de costumbre se dirigió al estacionamiento de profesores para entrenar con Quetzalcóatl. Sin embargo, esta vez lo había seguido una de sus compañeras; Carolina, una chica de baja estatura y güerita. Como Fernando, Carolina apenas había recibido a su figura de Oochel muk' y aun no dominaba del todo las habilidades de su figura y al enterarse que Fernando también era un jugador de Oochel muk' decidió seguirlo hasta el sitio donde entrenaba. Los dos chicos no habían cruzado muchas palabras en el salón de clase, pero simpatizaron de inmediato.

Carolina pudo ver como entrenaba Fernando, taladro, tras taladro le ordenaba a Quetzalcóatl, pero al parecer se cansaba muy rápido con cada ataque, lo que le indicó a la chica que o su compañero no tenia un buen control sobre su energía o tenia muy poca energía para usar. Pronto Fernando se dio cuenta de la presencia de su compañera, y se acercó hacia ella preguntándole que quería.

—Hola... ¿Tú eres Carolina, cierto? ¿Que haces por aquí?... Nunca te había visto en este lugar. —Le preguntó Fernando a su compañera, mientras se secaba el sudor de la frente con su mano derecha.

—Si, yo soy Carolina, y tu eres Fernando... Y bueno oí que eres jugador de Oochel muk' y que sueles entrenar por aquí, así que quise venir a comprobarlo. —Le respondió Carolina con una sonrisa en la cara.

—Vaya, ya veo... Pero aun así es algo extraño que alguien quiera verme entrenar... Digo, hay chicos que son más fuertes que yo. —Agregó Fernando algo consternado.

—Bueno... En realidad me agradaría entrenar contigo, tu me caes bien... No como los otros tipos... Son demasiado presumidos. —Dijo Carolina de nuevo sonriente.

—En eso si que tienes razón... Además creo que será mejor entrenar los dos que entrenar solos... ¿Quieres tener una batalla? —Volvió a preguntar Fernando, sonriéndole a su nueva amiga.

—¡Por supuesto! ¡Vamos Kuautli! —Exclamó Carolina, muy emocionada mientras iniciaba la conexión con su figura, que saltó de inmediato de la mano de Carolina.

—¡Quetzalcóatl! ¡Ataca con taladro! —Le ordenó Fernando a su figura, que de inmediato ejecuto su técnica.

—Vaya coincidencia... —Pensó Carolina mientras veía como se acercaba su contrincante— ¡Kuautli! ¡Usa también taladro!

—Que demonios... —Se dijo a si mismo Fernando cuando vio que la técnica de Kuautli era la misma que la de Quetzalcóatl— Después de todo si va a ser una buena compañera de entrenamiento.

—Rayos... Es más fuerte de lo que pensé... —Pensó Carolina cuando vio como las dos figuras chocaban entre si, generando una gran onda de choque que repelió a las dos figuras, estrellándolas a cada una, en diferente pared del estacionamiento.

Después de ese momento los dos chicos empezaron a entrenar juntos durante cada receso, mejorando juntos su control sobre su energía, al tiempo que inventaban juntos nuevas técnicas. Con el tiempo Gustavo se les unió a los entrenamientos, y aunque las técnicas de si figura eran muy distintas a las de Carolina y Fernando, también fue mejorando como jugador de Oochel muk'; incluso algunos decían que Gustavo era uno de los jugadores mas fuertes del Instituto Mexica, pero como muy pocas personas lo habían visto en batalla, no había suficientes pruebas para asegurarlo; y así le gustaba a Gustavo.

Así pronto pasó medio ciclo escolar, y para entonces Fernando ya había hecho algunos amigos, Gustavo, Mauricio y Luis. De Areli ya se había alejado un poco, pues aunque aun se sentaba delante de ella, ya no era lo mismo de antes, pues decidió apartarse de ella, para poder olvidar lo que sentía hacia ella; y fue entonces cuando cambiaron a una chica a la fila de al lado por que desde atrás no podía ve las letras en el pizarrón. El nombre de aquella chica era Ana Lilia; y a Fernando le pareció una chica interesante desde el principio. Su primera platica fue de las series de televisión, extendiéndola demasiado, llegando después a averiguar que Ana Lilia también era una jugadora de Oochel muk', por lo que a partir de entonces empezó a frecuentar los entrenamientos de Fernando.

Desde su batalla al inicio del ciclo escolar, Fabián trataba con cierto desprecio a Fernando, jamás dignándose a tener otra batalla con Fernando, pues para Fabián, aquel chico era una vergüenza para Oochel muk'. Sin embargo a Fernando jamás le deprimió esto, al contrario, lo motivaba para hacerse cada vez más hábil y venderlo algún día. A pesar de ello Fabián siempre se burló de los entrenamientos de Fernando, pues para él solo eran una perdida de tiempo.

Para cuando se acercaba el fin del año escolar Fernando ya había perfeccionado su técnica junto a Carolina y sus otros amigos que lo apoyaban en su entrenamiento.

—¡Vamos Quetzalcóatl! ¡Esquiva todos sus ataques con tu taladro subterráneo! —Le ordenó Fernando a su figura, la cual hábilmente evadió los ataques de las figura de Gustavo, Mauricio, Luis, Ana Lilia y Carolina, metiéndose debajo del suelo.

—¡Que maldito! —Exclamó Mauricio cuando vio como Quetzalcóatl esquivaba el ataque de la suya.

—¡No escaparas! ¡Taladro subterráneo! —Gritó Carolina y de inmediato Kuautli ejecutó su técnica, metiéndose en debajo del suelo para sacar a su oponente.

—Del primero que tengo que encargarme es de Gustavo... —Pensó Fernando mirando a su alrededor para darse cuenta de como se encontraba su situación— ¡Taladro Ascendente!

—¡Esquívalo! —Le ordenó Gustavo a su figura, la cual apenas tuvo tiempo para esquivar el ataque de su oponente.

—¡Ahora es nuestra oportunidad! ¡Derríbalo con taladro Kuautli! —Exclamó Carolina y su figura salió inmediatamente del suelo, y en forma de taladro amenazaba con embestir a Quetzalcóatl, que aun se encontraba en el aire, también en su forma de taladro.

—Ha llegado el momento... —Se dijo a si mismo Fernando— ¡Torre de Tlatelolco!

—¿¡Que!? ¿¡Cuando perfeccionó esa técnica? —Pensó Carolina cuando vio como Quetzalcóatl, en forma taladro, se dejaba caer en picada, mandando a volar a Kuautli.

—¡Detenlo Oli! ¡No dejes que avance más! —Exclamó Mauricio y al instante su figura extendió rápidamente sus brazos hacia Quetzalcóatl con el fin de detenerlo.

—¡Tu también! ¡Ataca a Quetzalcóatl! —Le ordenaron todos los demás a sus figuras, para detener y derrotar a Quetzalcóatl; todos los ataques dieron en el blanco, sin embargo, no fueron capaces de detener a Quetzalcóatl, el cual terminó impactándose en justo en el lugar en el que se encontraba la figura de Gustavo; levantando una gran nube de polvo.

—Vaya... —Se dijo Fernando a si mismo mientras se frotaba la nariz, una vez que la nube de polvo ya se había disipado un poco, apreciando como su técnica había hecho un pequeño cráter en el suelo— Les dije que ahora tenia mas probabilidades de ganarles...

—Pero no las suficientes para vencernos a todos al mismo tiempo... —Contestó Miguel, mientras la nube de polvo se disipaba completamente, pudiendo apreciar como su figura aun seguía en pie, mientras las demás; a excepción de Quetzalcóatl; habían perdido la conexión, pues fueron alcanzadas por la onda de choque que genero la Torre de Tlatelolco.

—¿Como pudo pasar?... Ya tenia todo planeado, tu figura debió de haber sido la afectada principal por la Torre de Tlatelolco. —Le dijo Fernando a su amigo, esforzándose por mantener la conexión con su figura.

—No fue tan complicado... Los ataques de los demás le dieron tiempo a mi figura para escapar del epicentro y protegerse con una técnica defensiva... —Le respondió Gustavo con cierta pereza— Aunque admito que me sorprendió ver que ya has perfeccionado tu técnica... Quizás de no haber sido por el pequeño lapso de tiempo que abrieron las figuras de los demás, también me habrías derrotado... ¿Quieres seguir con esto?

—No... Ya no tengo la suficiente energía como para mantener una batalla contigo... La Torre de Tlatelolco es una técnica que me consume mucha energía... —Se limitó a contestar Fernando mientras levantaba su figura.

—Sabia decisión... Supongo que el dar esa vuelta en el aire, mantener el control durante la caída en picada, y resistir al impacto de tu propia técnica debe ser agotador... —Agregó Gustavo, mientras que como los demás, recogía su figura del suelo— Falta poco para que acabe el receso... Iré a comprar algo...

—¡Espera baboso! ¡Yo también quiero ir a comprar algo! ¡Esta batalla hizo que me diera hambre! —Exclamó Mauricio mientras corría a alcanzar a Gustavo.

—Si creo que yo también iré... Por cierto, buena batalla Fernando... Creo que has mejorado. —Le dijo Luis a su amigo, al tiempo que le daba una palmada en el hombro y se alejaba de aquel lugar.

—Esa última técnica tuya me gustó mucho... ¿Pero por que decidiste llamarla así? —Preguntó Ana Lilia con cierta curiosidad.

—Pues, por que la perfeccioné frente a dicha torre, además de que si te fijas bien, la técnica hace parecer como si una Torre de Tlatelolco en miniatura estuviera cayendo en forma invertida del suelo. —Contestó Fernando con una sonrisa en el rostro, mientras secaba con su mano derecha el sudor de su frente.

—Si, creo que tienes razón... —Se limitó a responder Ana Lilia, algo pensativa— Bueno... Tengo que hacer un par de cosas... ¡Nos vemos en el salón!

—¡Claro! ¡Nos vemos en un rato! —Le dijo Fernando a su amiga, con una sonrisa en el rostro, para despedirse de ella.

—Oye Fernando... ¿Como fue que perfeccionaste esa técnica? —Preguntó Carolina con mucha curiosidad, mientras mantenía una sonrisa en su rostro.

—Fue cuestión de mucha práctica... Además de adquirir un buen dominio sobre el control de mi energía. —Le respondió Fernando a su amiga, con cierto orgullo.

—¿Y... Podrías enseñarme esa técnica?... Digo nuestro estilo de lucha en Oochel muk' es el mismo... —Agregó Carolina algo feliz.

—Claro... Pero solo tendría una condición...

—¿Cual es?

—¡No lo comentes con alguien mas!

—Por eso no te preocupes... Será nuestro secreto...

—En ese caso... ¡Empezaremos en el poco tiempo que nos queda! ¡Establece la conexión!

—Y a partir de entonces fue cuando empecé a entrenar mas en serio... —Se dijo a si mismo Fernando, ya en el presente, sentado bajo una Jacaranda mientras descansaba; pues su entrenamiento lo había dejado agotado, decidiendo recordar un poco de su pasado, cobijado por la sombra que daba el majestuoso árbol, que aun estaba en flor— Recuerdo que a Carolina le costó mas que a mi dominar la Torre de Tlatelolco, fue algo duro, estuvimos entrenando cada receso, cada tarde al salir de la secundaria, hasta que ella se hubo convertido a mi estilo de lucha, después de todo nuestras figuras poseen las mismas habilidades.

—¡Hey Fernando! —Exclamó Carolina, que se encontraba entrenando sola con Fernando, en uno de sus recesos, bajo los rayos del sol, característicos del mes de Junio; de nuevo en el pasado— ¡Creo que al fin lo hemos conseguido! ¡Hemos mejorado mucho desde la primera vez!

—De hecho... —Respondió Fernando con una sonrisa en la cara, mientras que con su mano derecha secaba el sudor de su frente— Cualquiera podría decir que no somos los mismos que al principio... Y no solo nosotros, todos los demás también... Aunque aun nos falta mucho por aprender.

—Aun tenemos dos años para mejorar... Pero al menos estoy satisfecha con lo hemos logrado en este año. —Agregó Carolina muy contenta mientras se sentaba en una jardinera.

—Si... Me siento orgulloso de mi... —Continuo diciendo Fernando al tiempo que se sentaba al lado de su amiga— Algún día todos me reconocerán como el mejor jugador de Oochel muk'.

—Eso va a estar algo difícil... ¡Por que yo no te lo dejare tan fácil! ¡Yo me convertiré en la mejor jugadora! —Respondió Carolina muy feliz, riendo después los dos amigos al tiempo que estrechaban sus manos.

El año escolar ya se encontraba en su recta final, algunos maestros solo entregaban calificaciones, otros cuantos hacían sus últimos exámenes, lo cierto es que el periodo escolar estaba por terminar, y fue entonces cuando Fernando por fin decidió acudir a la cancha de football, que desde hace algún tiempo, se había transformado en campo de batalla para varios jugadores que querían demostrar sus habilidades. Fabián visitaba este lugar muy seguido, ganándose una buena reputación entre los chicos de su edad, pues aseguraban que era un jugador muy difícil de encarar; que incluso podía ganarle a jugadores de un grado escolar mayor que él.

Fernando había invitado a Gustavo y Carolina para que lo acompañaran a aquel lugar, sin embargo a Gustavo le parecía algo tonto y aburrido, por lo que prefería quedarse, siendo diferente con Carolina, a quien le emocionó la idea de por fin poner a prueba los resultados de sus arduos entrenamientos.

No tardó mucho para que Fabián se diera cuenta de la presencia de los dos chicos en la cancha de football, extrañándole la presencia de Fernando, se acercó a ellos, acompañado por dos amigos suyos, con el propósito de burlarse de Fernando.

—Este no es un lugar para niñitas como tu... —Dijo Fabián con cierto tono despectivo, mientras sus amigos soltaban grandes risas.

—¡Pues esta niñita te pateara el trasero! —Exclamó Carolina muy enojada por la ofensa de Fabián.

—Yo no te hablaba a ti... —Se limitó a responder Fabián con el mismo tono despectivo, mientras sus amigos seguían riendo.

—Tranquila... —Le dijo Fernando a Carolina muy relajado— Le demostraré que ahora esta niñita se ha vuelto mas poderosa que él.

—¡Debió de haber enloquecido por estudiar tanto este nerd! —Exclamó entre grandes risas uno de los amigos de Fernando.

—Idiotas... —Se dijo Carolina a si misma al ver como los dos amigos de Fabián se estaba burlando.

—Si no quieres salir herido, será mejor que te vayas... —Le advirtió Fabián a Fernando con el mismo tono despectivo mientras se daba la vuelta.

—Vamos Fabián... ¿Acaso tienes miedo que alguien como yo logre derrotarte? —Le preguntó Fernando a su oponente, usando un tono de voz retador, ante la sorpresa de los demás, mientras iniciaba conexión con Quetzalcóatl quien saltó al campo de batalla en forma de taladro.

—Esta bien... Tú lo pediste... ¡Tlemauatl! —Exclamó Fabián dándose la vuelta y llamando a su figura al campo de batalla.

—¡Empiecen! —Exclamó Carolina quien había tomado el papel de árbitro.

—¡Ataca con bolas de fuego! —Ordenó Fabián a su figura, que de inmediato lanzó sus ataques contra la figura de Fernando.

—¡Contraataca con taladro Quetzalcóatl! —Exclamó Fernando y ejecutando su técnica, la figura de Fernando pudo pasar sin ningún problema las bolas de fuego, acercándose peligrosamente a su enemigo.

—¡Esquívalo y rayo de fuego! —Gritó Fabián, algo preocupado, sin embargo su figura logró esquivar el ataque de Quetzalcóatl usando un rayo de fuego para impulsarse al otro lado, lanzando posteriormente otro rayo que dio en el blanco, sacando de balance a su oponente, el cual termino estrellándose contra el piso.

—¡Resiste Quetzalcóatl! —Animó Fernando a su figura, que aun no se recuperaba del golpe.

—¡Termínalo con tu aliento de fuego! —Exclamó Fabián con cierto tono victorioso, y al instante Tlemauatl lanzó su ataque, expulsando ardientes llamas por su boca, que se dirigían peligrosamente hacia Quetzalcóatl.

—¡Utiliza de nuevo taladro y pasa a través de las llamas! —Le ordenó Fernando a Quetzalcóatl, quien ejecutó la orden de inmediato pudiendo pasar a través de las ardientes llamas y golpeando a su enemigo con la técnica del taladro.

—¡Ha logrado golpearlo! —Exclamó uno de loa chicos muy sorprendidos por la batalla.

—Así que después de todo has mejorado un poco... ¡Pero no te será suficiente! ¡Tlemauatl! ¡No dejes de dispararle tus rayos de fuego! —Gritó Fabián a su figura, la cual; ya recuperada; empezó a disparar sus rayos contra Quetzalcóatl para dejarlo fuera de combate.

—¡Utiliza tu taladro para una acción evasiva y golpéalo por segunda vez! —Le ordenó Fernando a Quetzalcóatl, que debido a la velocidad y control que había adquirido durante su forma de taladro, logró esquivar sin problemas los ataques de Tlemauatl acercándose hacia su oponente para impactarlo por segunda vez.

—¿¡Como es posible que ese nerd le este ganando a Fabián!? —Se preguntó a si mismo uno de los amigos de Fabián con cierta sorpresa.

—Y eso que aun no han visto nada... —Se dijo a si misma Carolina, mientras se dibujaba en su rostro una sonrisa picaresca.

—¡No te pases de listo idiota! ¡Tlemauatl! ¡Explosión de fuego! —Gritó Fabián, algo desesperado y su figura ejecutó rápidamente su técnica cuando a Quetzalcóatl le faltaban unos pocos centímetros para alcanzar a su enemigo, por lo que recibió el impacto con toda su fuerza, que lo mando a volar hasta los pies de Fernando— ¡Esto termina aquí nerd! ¡Doble rayo de fuego! ¡Alguien como tu jamás podrá ser un jugador de Oochel muk' respetado!

—¡Taladro subterráneo! —Exclamó Fernando en el ultimo momento, de tal manera que nadie pudo ver lo ocurrido, dando por sentado que el ataque de Fabián había dado en el blanco, esperando, solo a que la nube de polvo de disipara para ver la figura derrotada de Fernando, sin embargo tanto Fernando como Carolina, sabían la sorpresa que les aguardaba— ¡Taladro ascendente!

—¡Que rayos! —Exclamó Fabián cuando vio como Quetzalcóatl salía del subsuelo, justo debajo de los pies de Tlemauatl, mandándolo a volar.

—¡Ahora Quetzalcóatl! ¡Torre de Tlatelolco! —Le ordenó Fernando a su figura, que de inmediato, aun en forma de taladro, cambio de posición, y ahora con la punta del taladro apuntando hacia el suelo, se dejó caer en picada, estrellando a su enemigo contra el suelo, levantando aun mas la nube de polvo que aun no se había disipado— Eso fue todo...

—¿¡Acaso Fernando logró derrotar a Fabián!? —Se preguntaban los dos amigos de Fabián muy sorprendidos por el resultado de la batalla.

—Maldita sea... —Se dijo para si mismo Fabián, una vez que la nube de polvo se disipó, observando dentro del pequeño cráter a Tlemauatl, ahora derrotado— Supongo que lo subestimé...

—¿¡Como es posible!? ¡Fernando simplemente no se compara con Fabián! —Exclamó uno de los amigos de Fabián, aun consternado por la batalla.

—En eso tienes razón... —Contestó Carolina algo enojada— Fernando no se compara con Fabián por que ahora mismo Fernando se ha vuelto mejor jugador que él.

—No digas tonterías... ¡Es obvio que Fabián es mas fuerte que Fernando! —Respondió el otro chico amigo de Fabián.

—No negare que Fabián sobrepasa a Fernando en cuanto a energía se refiere, sin embargo, en las batallas, si bien, la energía puede ser muy importante, pero no lo es todo, también debes de saber como administrarla y usarla con sabiduría. —Agregó Carolina, con una sonrisa en la cara.

—¡Que tonterías estas diciendo! —Exclamó uno de los amigos de Fabián, algo desesperado.

—¡Ya basta chicos!... Ella tiene razón... Aunque la próxima vez será diferente. —Se limitó a decir Fabián mientras recogía su figura y se alejaba de aquel lugar.

—¡Vaya! ¡Eres genial Fernando! —Le dijo alegremente Carolina a su amigo.

—Puede ser... Es el resultado de los arduos entrenamientos... —Respondió Fernando entre risas.

—¡Hey! ¡Chicos! —Les gritó un chico a lo lejos, cuando los dos amigos estaban a punto de partir de la cancha de football.

—¿Lo conoces? —Le preguntó Fernando a Carolina, con cierta curiosidad, deteniéndose en su camino.

—Ni idea de quien sea... —Respondió la chica con la misma curiosidad.

—Pude ver como luchaste contra aquel chico... La verdad puedo decir que tienes talento, pero aun te falta mucho por aprender, pero yo puedo enseñarles las bases para realizar una técnica muy especial... —Les dijo aquel chico alto, de tez blanca, ojos cafés y cabello del mismo color, parecía un chico mucho mayor que ellos, quizás de tercer grado.

—¿A que te refieres con eso? ¿Por que nos entrenarías de la nada? —Preguntó Fernando algo extrañado por la proposición de aquel chico— Ni siquiera te conocemos...

—No todos los días se ve una batalla así... No en un novato... Además la técnica de la que hablo es muy representativa de la escuela, nosotros somos los que mejor la dominamos... —Respondió aquel chico con un tono algo misterioso— Cierto... Mi nombre es Orlando.

—Mmm... No me convences... Si eso es cierto... ¿Podrías mostrarnos la técnica de la que hablas? —Le pidió Carolina a Orlando, con cierta inseguridad.

—Supongo que ver para creer... —Se limitó a contestar aquel chico mientras de su bolsillo derecho del pantalón azul marino sacaba una figura de Oochel muk'.

—Y esa fue la primera vez que vi a una figura de Oochel muk' realizar la danza... —Se dijo a si mismo un Fernando preparatoriano, sentado bajo la sombra de una Jacaranda, recordando sus memorias.

martes, 21 de diciembre de 2010

Capitulo 18: Tener nada

Capitulo 18: Tener nada

La mitad del día estaba cerca, y Karla tomaba su clase de matemáticas o al menos fingía que lo hacia. Muchos de sus compañeros fueron puestos en la cárcel o bien, en el tutelar para menores; sin embargo ella pudo escapar a ese destino, pues en el momento de la captura, Mauricio fue el que la protegió, diciendo que era una amiga suya que había ido a apoyarlo al torneo. Así, los dos se pusieron a salvo en la enfermería del plantel y recuperaron sus energías.

Clara, Mauricio y Karla partieron de la Preparatoria nueve una vez que se habían recuperado parte de sus energías; ya en el metro, cada uno tomó su propio camino, despidiéndose de los otros. Karla pronto llegó a su casa, donde después de saludar a sus familiares se fue directo a su cuarto para recostarse en su cama. Las semanas pasaron y las autoridades de su Colegio pronto recuperaron el control de las cosas, regresando a las clases normales.

Aún faltaba una hora para que la clase de Karla acabara, sin embargo como había estado bebiendo algo de agua durante el día, desde hace algún rato ya tenia ganas de ir al baño, y como sentía que ya había llegado a su limite, se levantó de su lugar, salió del salón y se dirigió hacia los baños, donde se encontró a una chica de estatura promedio, complexión delgada, cabello castaño, tez blanca y aproximadamente de 25 años; que estaba bloqueando la entrada al baño.

—Me estorbas... Quítate... —Le dijo Karla a aquella chica.

—Si quieres pasar; tendrás que derrotarme en una batalla de Oochel muk'. —Contestó muy rudamente aquella chica.

—¡Que te muevas! ¡Los baños son públicos! —Exclamó Karla empujando a aquella chica, desesperada por su necesidad.

—¡Rayo de hielo! —Le ordenó la chica a su figura, que inmediatamente lanzó el rayo de la palma de su mano, congelando la entrada al baño de mujeres.

—¡Que demonios te pasa! —Gritó Karla desesperada a aquella chica— ¡Muro del dolor!

—¡De nuevo rayo de hielo! —Exclamó aquella chica cuando se dio cuenta que Karla quería destruir la barrera que había hecho; su figura pronto congeló el muro del dolor.

—Vamos Karla, deshazte de esa tipa... En serio tenemos que ir al baño. —Le susurraron al oído a Karla, dos de sus amigas, que también habían llegado a aquel lugar.

—¡Ya lo se! ¡No son las únicas que quieren ir! —Les gritó Karla— ¡Tsoteli! ¡Usa tu control mental y paraliza a los dos!

—¡Cúpula de hielo! —Le ordenó la chica a su figura, que inmediatamente creo alrededor de ellas una cúpula de hielo para su protección.

—¡Ni creas que eso te servirá! ¡Haz pedazos su maldita técnica! —Exclamó Karla y en seguida Tsoteli estiro su brazo, apuntando hacia la defensa de sus enemigos, hizo que adquiriera un resplandor azul; para que después, mientras Tsoteli cerraba su mano, la cúpula de hielo fuera hecha pedazos por su increíble control mental.

—¡Rayo de hielo a toda potencia contra Tsoteli! —Gritó la chica y en seguida su figura lanzó con toda su energía de su mano derecha un gran rayo de hielo, que se dirigía peligrosamente hacia Tsoteli.

—¡Barrera Psíquica! —Exclamó Karla mientras cruzaba las piernas; Tsoteli creo de inmediato una de sus barreras psíquicas, que lo protegió del rayo de hielo de su enemigo.

—¡No desistas! —Animó la chica a su figura, la cual mantuvo su rayo de hielo, empezando a congelar la barrera psíquica de Tsoteli.

—Maldita sea... Donde tenga un accidente por tu culpa... ¡Te pasara lo mismo que a tu cúpula! —Exclamó Karla cuando ya faltaba poco para que la barrera psíquica se congelara por completo.

—¡Ahora! ¡Rayo de hielo a toda potencia! —Le ordenó la chica a su figura una vez que toda la barrera de su enemigo estuvo congelada.

—¡Muro del dolor! —Gritó Karla al ver que el rayo de su oponente congelaba el suelo que se encontraba a unos cuantos centímetros de sus pies.

—Genial... —Murmuró la chica cuando vio que una gran barrera psíquica se aproximaba hacia ella, amenazándola con aplastaría junto con su figura— ¡Tormenta de nieve!

—¡Que rayos! —Exclamó Karla al ver que la figura de su oponente creaba una gran tormenta de nieve, instantes antes de que el muro del dolor la alcanzara; esta tormenta hizo que Karla perdiera de vista a su oponente, sin embargo dicha tormenta se disipó junto con aquella chica y su figura.

—¿A donde se fue? —Se preguntaron algunas chicas que habían estado observando la batalla de Karla.

—Escapó... —Les contestó Karla, olvidando por un momento su necesidad.

—¿Pero por que? —Preguntó de nuevo otra chica.

—No lo se... Pero no es bueno... ¡Muro del dolor! —Le ordenó Karla a su figura, que de inmediato ejecutó a su técnica rompiendo la barrera de hielo que bloqueaba la entrada al baño de chicas.

—¡Al fin! ¡En serio necesito ir! —Gritaron varias chicas que habían llegado a aquel lugar, y cuando vieron que ya nada las detenía a entrar al baño; todas juntas corrieron hacia la entrada.

—¡Barrera psíquica! —Exclamó Karla y Tsoteli realizó la técnica de inmediato, formando una barrera en la entrada a los baños, por lo que las chicas que iban hasta adelante se estrellaron contra esta técnica.

—¿¡Que demonios te pasa!? ¡Es urgente! —Le reclamaron las chicas a Karla, mientras algunas bailaban de un lado a otro, cruzando las piernas por su desesperación.

—Lo siento... Pero como yo hice el trabajo sucio, yo voy primero... —Se limitó a contestarles Karla, mientras se abría paso entre sus amigas, y ordenándole con una seña de su mano a su figura que detuviera la técnica, entró al fin al baño, seguida de sus desesperadas amigas.

Febrero terminaba, y con junto con él, el invierno; aun no entraba oficialmente la primavera, pero de algunas plantas empezaban a brotar ya, botones de futuras flores. Sin embargo a pesar de la tranquilidad que la estación del año podría brindar, Fernando no se encontraba muy tranquilo que digamos, pues desde que reveló sus sentimientos a su amiga, nada ha sido igual.

Se acercaba el medio día, y Fernando se encontraba en las canchas de la Preparatoria, junto con algunos otros compañeros suyos de clase, que aun seguían la vieja tradición de reunirse en dicho lugar en sus ratos libres.

—¡Hola! ¿Que hacen? —Preguntó Fernando mientras se acercaba hacia donde se encontraban Linda y sus amigas.

—Tarea... —Se limitó a contestar Linda con su cabeza agachada, para no ver a Fernando, mientras que en su block de dibujo, terminaba su lamina que le habían dejado de tarea.

—¡Te esta quedando muy bien! —Agregó Fernando al ver la lámina de su amiga, que era realmente sorprendente.

—Gracias... —Volvió a contestarle Linda sin alzar su cara, en un tono algo nervioso.

—Realmente es hermosa... —Pensó Fernando mientras contemplaba como el sol hacia que su cabello obtuviera un poco de brillo, que contrastaba con la sombra que opacaba su cara, producida por la posición en la que se encontraba; su negra cabellera, bajaba por sus hombros, lo que molestaba a Linda y de vez en cuando volvía a acomodarse su cabello, de tal manera que no volviera a bajar, lo que volvía loco a Fernando— Es una lastima que no pueda tenerla entre mis brazos... Pero es peor que ya ni siquiera voltee a verme para hablar conmigo.

—¡Oye Fernando! —Exclamó Valeria, la cual estaba sentada a un lado de Linda— ¿Podrías ayudarme con un ejercicio de matemáticas?

—¡Claro! —Respondió Fernando mientras se acercaba a ver el cuaderno de la amiga de su amada.

—Mira, es este ejercicio, lo que pasa es que no me sale, mira después de que multiplico por dos, ya no se que hacer... ¡Hey! ¿Me estas poniendo atención? —Le preguntó Valeria a Fernando al darse cuenta de que se encontraba muy distraído, contemplando a Linda, que ahora platicaba con Sara.

—Claro, claro... —Respondió Fernando de improviso, regresando a su realidad, al tiempo que miraba el cuaderno de Valeria— Oh ya, después de multiplicarlo, solo factorizas el polinomio y ya esta listo.

—Cierto... Gracias... —Agregó Valeria mientras realizaba lo que Fernando le había dicho, al tiempo que observo que su amigo volvía a contemplar a Linda, con los mismos ojos de niño tratando de convencer a su padre para que juegue con él.

—¡Vamos Fer! ¡Ya supéralo! —Animó Valeria a Fernando.

—Es que... Ella es realmente hermosa. —Contestó Fernando después de un gran suspiro.

—Realmente te gusta, pero nada ganas estando así.

—¡Ya lo se!... Pero si al menos me volteara a ver cuando le hablo, no es la primera vez que no lo hace; últimamente ya no me voltea a ver y es algo cortante.

—Es que tienes que entender; en parte si esto esta pasando es por tu culpa, tu tuviste tu oportunidad y la dejaste ir, ¡ahora enfréntalo y sigue adelante!

—Eso es lo que intento... —Se limitó a responder Fernando, utilizando un tono mas bajo de voz, mientras se ponía de pie y tomaba su mochila— Iré a buscar a un amigo, nos vemos en la siguiente clase.

—Esta bien. —Agregó Valeria mientras veía como se alejaba su amigo.

Fernando buscó a Gustavo por la Preparatoria, sin embargo no logró encontrarlo; pues al parecer se encontraba en clase, y como Javier se encontraba hablando con otra chica del grupo y Xavier se encontraba con su novia; Fernando decidió poner su mochila en la jardinera que esta en frente del salón de fotografía, para después sentarse a reflexionar un poco sobre su relación con Linda.

—Valeria tiene razón, yo tuve mi oportunidad y la perdí por decidir ser novio de Itzumi, ahora es algo con lo que debo cargar... ¿Que demonios? —Interrumpió Fernando sus pensamientos al oír como su celular sonaba; rápidamente lo sacó de la bolsa izquierda de su pantalón y vio en la pantalla que se trataba de una llamada de su vieja amiga Karla, así que pronto, contestó dicha llamada.

—¿Hola? ¿Karla? —Preguntó Fernando a su amiga.

—¡Fernando! ¡Que gusto escucharte de nuevo! —Contestó Karla muy emocionada.

—¡Que milagro! ¿Como has estado? ¿Que ha sido de ti? —Volvió a preguntar Fernando, con la misma emoción que su amiga.

—Pues no me puedo quejar, pero ahora no cuento con mucho tiempo, así que iré al grano... ¿Puedes acompañarme mañana a visitar el lugar donde esta encarcelado David?

—Si, me parece bien; hay algunas cosas que me gustaría preguntarle, pero... ¿Sabes como llegar? ¿Y que no necesitamos ser mayores de edad?

—Por eso no te preocupes, un amigo mío se ofreció a llevarnos, y sobre la mayoría de edad, no se muy bien sobre eso, pero en dado caso, mi amigo ya es mayor, podríamos pedirle que el le haga las preguntas a David.

—Me parece bien.

—¿A que hora sales mañana?

—Si mi maestra de Lengua Española nos deja salir temprano, podría salir a las doce del día.

—Así esta perfecto, entonces nos veríamos mañana en el metro la raza, debajo del reloj, a las doce veinte... ¿Te parece bien?

—¿No podría ser un poco mas tarde?

—No, si fuera mas tarde, no llegaríamos en la hora de visita.

—Entiendo, entonces nos vemos mañana a esa hora. —Terminó Fernando la conversación, finalizando la llamada en su celular.

El día transcurrió muy rápido para Fernando, y pronto se encontró en su clase de literatura de los miércoles, y como era de esperarse, su maestra los dejo salir temprano, pues el grupo acabó pronto los ejercicios del libro.

Cuando Fernando llegó al lugar citado, su amiga ya se encontraba ahí, al parecer Karla se había arreglado ese día, pues se veía bonita con su dorada cabellera suelta, pero cepillada, combinada con una blusa blanca y pantalón de mezclilla negro.

Pronto Fernando y su amiga se reconocieron, y después de los saludos clásicos del reencuentro, salieron del metro, donde subieron al automóvil del amigo de Karla, que los estaba esperando afuera. Se trataba de un chico de alta estatura, cabello negro y corto, aproximadamente como de 19 años y de nombre Pedro.

Después de hora y media de viaje, los tres chicos se encontraron frente a la cárcel donde se suponía tenían preso a David. Como Karla y Fernando aun eran menores de edad, decidieron que Pedro fuera quien preguntara por David y si podían pasar a verlo; y ellos dos, solo estarían detrás de el, para que no causar problemas.

Sin embargo los chicos no llegaron muy lejos, pues de inmediato fueron detenidos en la puerta, donde se les preguntó que deseaban, Pedro respondió diciendo que querían visitar a un amigo suyo que había sido encarcelado, y después de que Pedro diera una identificación y el nombre completo de David, se les informó que tal persona no estaba encarcelada en ese edificio. Pedro y los otros dos chicos trataron de explicarles que debía ser un error, pues estaban muy seguros de que David se encintaba en esa cárcel, sin embargo en vano fue su esfuerzo, pues las autoridades de ese lugar fueron muy claras al decirles que David nunca estuvo encerrado en ese lugar.

—Que raro... Esto no me gusta nada... —Se dijo Karla a si misma una vez que estuvieron fuera de aquella cárcel.

—Lo sé... Tampoco a mi, se supone que David debería de haber estado aquí... Me pregunto que pudo haber sido lo que le pasó... —Agregó Fernando volteando a ver a su amiga.

—Quizás solamente ustedes se equivocaron y se encuentre en otro lugar... —Les dijo Pedro a los dos chicos, algo desanimado por que solo le hicieron perder su tiempo.

—¡Yo no me equivoque! —Exclamó Karla furiosa acercándose peligrosamente a Pedro— ¡Yo se que el se encontraba aquí!

—¡Tranquila Karla! —Gritó Fernando mientras abrazaba por la espalda a su amiga, con el afán de detendría— ¡Si nos equivocamos o no, las cosas no cambian mucho!... Y a decir verdad, es mejor creer que nos equivocamos; ya que si estamos en lo correcto; tal vez y solo tal vez, estaríamos detrás de algo muy serio...

—Lo siento Fernando... Como siempre tienes razón... —De disculpo Karla, tranquilizándose y tomando las manos de Fernando entre las suyas— Creo que es por esta clase de cosa que yo te decía en la secundaria que tu me cuidabas.

—Lo sé, pero ahora ya no estamos juntos, y me temo que ya no me es posible hacer eso —contestó Fernando a su amiga, mientras rápidamente zafaba sus manos de las de Karla—; aunque últimamente me has demostrado que ya puedes cuidarte muy bien tu sola.

—Si, eso creo... Aunque parece que ahora ya tienes alguien mas a quien cuidar. —Respondió Karla fríamente.

—No exactamente, ella puede cuidarse sola perfectamente, no necesita de alguien más... Y realmente es algo, que me gusta mucho de ella. —Agregó Fernando en un tono muy serio.

—¡Oigan chicos! ¡Dense prisa o lo dejo aquí! —Exclamó Pedro, el cual ya se encontraba dentro de su automóvil y además estaba desesperado, pues seguía pensando que aquel viaje solo había sido una pérdida de tiempo.

—¿Oye? ¿En serio no tienes idea de que le pudo haber pasado a David? —Le preguntó Fernando a Karla, una vez que los dos estuvieron dentro del automóvil.

—No, no se nada... ¿Porque crees que yo podría saber algo? —Contestó Karla mientras volteaba a ver las calles que pasaban por la ventanilla.

—Es que como tú tenías contacto directo con David, y además estas en el movimiento porril, pensé que podrías saber algo. —Le respondió Fernando a Karla, volteándola a ver.

—No, ya no he sabido nada de el, desde que David se fue, nuestro movimiento perdió mucha fuerza, ya no estamos unidos como antes; muchos fueron capturados, y los que quedamos, estamos muy desorganizados. —Agregó Karla volteando a ver de nuevo a Fernando.

—Pero se supone que ustedes no tenían nada en contra de las figuras de Oochel muk' ¿Que fue lo que cambio?

—Podría decirse que lo que cambio fue David, de un día para otro, cambio demasiado, tanto en su forma de pensar, como en su forma de actuar; cuando yo lo conocí ya era un cabecilla en el movimiento porril, sin embargo, empezó a decirnos que Oochel muk' era solo una manera para distraernos, convenció a varios de que este juego era algo malo, y que si seguíamos jugándolo traería graves consecuencias, sin embargo la mayoría no le creyó, pero tiempo después se empezaron a dar asaltos causados por estas figuras en distintas partes del país, incluso tu sabes que hubo algunas muertes, David se mantenía firme en afirmar que estas figuras estaban quizás malditas; que solo habíamos redescubierto una fuerza que no imaginábamos y que era mejor destruirlas; sin embargo para este punto, solo una pequeña parte de la mayoría que no le había creído en un principio, se unió a su movimiento; y así, aunque contaba con muy poca gente; decidió rebelarse en el torneo, y fue ahí donde todos conocimos su poder, realmente de no haber sido por el, jamás habría triunfado su movimiento, algunos intentaron oponérsele, pero fueron fácilmente derrotados, y destruyeron sus figuras, los que nos aliamos a el, nos prometió recompensas, nos prometió que podríamos adquirir un poder semejante al suyo, que tendríamos que usar con inteligencia; fue por eso que su movimiento creció tanto, algunos lo seguían por esas ansias de poder, otros por miedo a que destruyera sus figuras y los menos, por que compartían sus ideas; cuando creció lo suficiente y tuvo dominado todo el Colegio, decidió expandirse, y logró llegar lejos, y de no ser por ti y por tu amiga, no creo que alguien mas hubiera sido capaz de detenerlo; tu mismo fuiste testigo de su poder; necesitaste ayuda para derrotarlo.

—Es cierto que era poderoso, y ahora tengo mas dudas, no se por que siento que detrás de la excusa de que estaban malditas había algo mas.

—Yo siempre he pensado lo mismo; pero ahora ya no tenemos medio alguno para saberlo.

—Eso parece, y es demasiado extraño que no este donde se supone que debería de estar.

—Lo se y no me gusta nada.

—Quizás solo nos equivocamos en el nombre de la cárcel.

—Yo no lo creo así, pero ojala que sea cierto...

—¿Por que no se dejan de dramas? ¡Ya les dije que lo que paso es que se equivocaron y ya! —Terminó Pedro la conversación de los chicos con tales palabras.

Pedro dejó a nuestros dos chicos en la estación del metro La Raza, justo donde habían iniciado su viaje; después de que Karla y Fernando se despidieran, cada uno tomó el camino que lo llevaría a su casa. Aunque Fernando tenia tarea por hacer que podría haberle mantenido su mente ocupada esa tarde, el solamente pensaba en que pudo haber pasado con David, pues no le gustaba nada lo que no se encontrara en la cárcel a donde lo sentenciaron.

El día transcurrió como cualquier otro, dando paso a uno nuevo, y siguiendo la rutina de siempre, Fernando se levantó, y se alistó para ir a la escuela, ya menos preocupado por lo acontecido el día anterior. Como de costumbre, llego a la Preparatoria, y como era jueves, la mayoría ya había llegado, pues les tocaba la clase de Historia Universal, y el maestro era algo exigente con las asistencias.

Al llegar, Fernando saludo a Javier, y estuvieron platicando un rato juntos, contándole al otro sobre sus pesares amorosos. La plática se enfocó más en Javier que en Fernando, quien ya no sabia que hacer y estaba desesperado, pues no podía olvidar a la chica que le gustaba. Su conversación fue súbitamente interrumpida cuando llego el maestro de Historia, quien de inmediato, siguiendo la costumbre, escribió un poco en el pizarrón y empezó a hacer participar a sus alumnos en la clase.

Pronto llegó la hora en que el grupo de Fernando tenia su clase de inglés en el edificio H; Fernando intentó hablar de nuevo con Linda en el camino al salón, sin embargo las cosas no habían cambiado mucho; ella seguía agachando la cabeza y guardando silencio cada vez que Fernando se acercaba a platicar; y el chico, cada vez se desanimaba mas pues desde que el torneo había terminado, ya no habían logrado convivir como los buenos amigos que eran.

Esta vez en la clase de inglés, tenían que terminar unas cuantas paginas del libro, para después comentarías todos juntos en clase; Fernando estaba sentando junto a Javier, pues dicha materia no era el fuerte de Javier, pero si de su amigo, quien le ayudaba cuando se le llegaba a complicar algún ejercicio. Pronto los dos chicos acabaron los ejercicios y en voz baja Fernando empezó a contarle a Javier sobre sus problemas.

—Creo que después de todo no fue bueno revelarle lo que sentía a Linda... Ahora ya ni siquiera me voltea a ver. —Empezó Fernando la conversación fijándose de que su maestra no los estuviera viendo.

—No lo se hombre, quizás también deberías entenderla un poco, ha pasado relativamente poco tiempo desde que se lo dijiste, tal vez aun no lo asimila. —Respondió Javier, tratando de animar a su amigo.

—Puede que tengas la razón... Pero es que realmente me gusta...

—Yo entiendo muy bien... ¿Por que no intentas conquistarla?

—Tú sabes muy bien que ella me gustaba en los primeros meses de clase, pero por una tontería ya no intente algo con ella, y bueno después sucedió lo de Itzumi...

—En ese caso podría decirse que desperdiciaste tu oportunidad hombre... Deberías de aceptarlo y superarlo.

—Suena algo fácil, pero cuando intentas llevarlo a la práctica surgen muchos problemas... Me siento idiota al haber dejado ir la oportunidad por una tontería.

—¿Y tu no crees en las segundas oportunidades?

—Quizás... En cierta manera, por algo así le revele mis sentimientos a ella... Pero bueno, ya fue demasiado tarde.

—Tu me ayudaste con mi anterior novia, ahora ha llegado la hora de devolvería el favor.

—Pero yo no lo hice con ese afán, no te preocupes por mi...

—¡Tranquilo hombre! Eso lo haré por que yo quiero hacerlo...

—¿A que te refieres?

—Pues investigare si en verdad pudieras tener una segunda oportunidad con Linda.

—¿Y como piensas hacerlo?

—Es algo simple, y que aprendí... —¡Bolas de fuego! —Gritó alguien desde el exterior, interrumpiendo a Javier y a la clase de inglés.

Por la pequeña y angosta ventana de la puerta, se pudo apreciar grandes destellos de fuego, que rozaban el salón, para después darse cuenta de que se estaba llevando a cabo una batalla de Oochel muk' en el pasillo que conducía al salón de Fernando.

—¡Por favor! ¡Alguien ayúdeme! —Exclamó desesperado una de las personas que estaban teniendo la batalla.

—¿Que demonios? —Se dijo Fernando a si mismo.

—¿Que es lo que esta pasando? —Preguntó la maestra a sus alumnos.

—Al parecer una batalla de Oochel muk'... Pero no es normal que estén pidiendo ayuda. —Contestó Linda algo pensativa.

—¡Rayo de fuego! —Exclamó de nuevo aquella voz, esta vez se distinguió que era de una chica, y en seguida el rayo de fuego pasó por la puerta del salón de Fernando, quemando la del salón de junto, causando más destellos.

—¿¡Que loco es el que quiere incendiar la Preparatoria!? ¡Esto no puede seguir así! —Gritó Javier algo alterado.

—Lo único que se me ocurre ahora, es que sea otra invasión de porros. —Comentó Fernando, también pensativo.

—¡Sea lo que sea, no permitiré que incendie el edificio! —Volvió a gritar Javier, esta vez mas furioso, para después correr hacia la puerta del salón y enfrentar al enemigo, olvidándosele que aun era novato en Oochel muk'.

—¡Javier! —Exclamó la profesora de inglés al ver el arrebato del chico.

—Es un impulsivo... No tiene mucha oportunidad... Será mejor que le ayude... —Comentó Fernando en voz baja, corriendo también hacia la puerta que Javier había cerrado tras de si.

—¡No! ¡Chicos! —Gritó la maestra de inglés al ver como otro de sus alumnos salía del salón cerrando la puerta.

—¡Rayo de fuego! —Ordenó Javier a su figura, para enfrentar al rayo de fuego de su enemigo; atrás de Javier se encontraba una chica algo asustada y con una porción de su cabello chamuscado.

—¡Javier! ¡Detente! ¡No le ganaras! —Exclamó Fernando al abrir la puerta y darse cuenta de que su amigo trataba de proteger a aquella chica de su atacante, y que ahora estaban en una batalla con sus rayos de fuego, pues los dos rayos habían chocado, y cada jugador trataba de aplicar la mayor cantidad de energía, para evitar perder el duelo, y hacer que su rayo de fuego ganara energía e impactara con el enemigo, el cual era imposible verlo, pues lo protegía el destello de los rayos de fuego.

—¡A toda potencia! —Exclamó la misma voz de chica, e inmediatamente el rayo de fuego enemigo empezó a ganar terreno rápidamente frente al rayo de Javier.

—¡Quetzalcóatl! ¡Serpiente emplumada! —Le ordenó Fernando a su figura instantes antes de que el rayo de fuego alcanzara a la figura de Javier, Quetzalcóatl ya transformado en la imponente serpiente emplumada, se interpuso entre el rato de fuego y la figura de Javier, salvándolos de una derrota segura; quizás con quemaduras.

—¿¡Que fue eso!? —Exclamaron la mayoría de los compañeros de Javier y Fernando que se encontraban, dentro del salón, con la puerta cerrada, y siendo tranquilizados unos momentos por la maestra.

—¡Fernando! —Gritó Linda algo preocupada, saliendo también del salón ante las advertencias de su profesora, saliendo solo para ver como Quetzalcóatl resistía el ataque del enemigo sin mayor esfuerzo, generando un poco de humo.

—¡Quetzalcóatl! ¡Atrápalo con tus garras y llévalo a las canchas! —Ordenó Fernando a su figura, que obedeció de inmediato, y abriéndose paso entre el humo, atrapo a su enemigo y rápidamente voló sobre las cabezas de los alumnos que iban pasando por el pasillo que conectaba al edificio H con las canchas.

—Vaya... Esta bien... —Pensó Linda mientras veía como su amigo se alejaba corriendo tras Quetzalcóatl.

Cuando Fernando llegó a la cancha de basketball mas cercana al edificio H, y que ahora serviría como campo de batalla; se encontró con que la figura del oponente ya se había liberado, y se encontraba frente a Quetzalcóatl; también dio con la dueña de la figura enemiga; una chica de estatura promedio, complexión delgada, de cabello castaño y lacio, de tez blanca, con unos seductores ojos cafés, y con una muñequera en su brazo derecho, la cual tenia un extraño símbolo; el mismo que Vladimir había visto antes, pero que Fernando no conocía.

—Así que eres tu la que estaba causando tanto alboroto... ¿Dime que es lo que quieres? —Interrogó Fernando a aquella chica.

—¡Tu figura! —Le contestó la chica a Fernando muy decidida— ¡Tapayaxin! ¡Utiliza descarga eléctrica!

—¿¡Como!? —Se preguntó Fernando a si mismo al tiempo que se sorprendía que la figura de su oponente fuera capaz de realizar dos ataques, de dos tipos de figuras diferentes; el ataque de Tapayaxin logró darle a Quetzalcóatl, pero como aun seguía en la forma de serpiente emplumada, no le causo mucho daño— ¿¡Acaso será verdad!? ¿¡Como es que tu figura puede hacer eso!?

—¡No tengo por que responderte! —Le respondió aquella chica a Fernando— ¡Ahora ataca a Quetzalcóatl, primero con un rayo de fuego y luego otro de hielo!

—¿¡También fuego y hielo!? —Volvió a sorprenderse Fernando al ver como su figura era atacada primero por un rayo de fuego y luego por otro de hielo, que congelo la parte media del cuerpo de la serpiente emplumada; que se esforzaba por mantenerse en el aire.

—Pensé que no era posible que existieran figuras así... —Se dijo Javier a si mismo, cuando llegó al pie de la cancha de basketball acompañado de Linda y pudo observar como el enemigo de Fernando utilizaba dos ataques de diferente tipo de figura.

—Pues ahora ves que no... —Le respondió Linda en voz baja, mientras observaban la batalla de Fernando.

—¡Vamos a acabar con esto! ¡Ataque de las 10000 lanzas! —Exclamó la chica, y su figura de inmediato estiro su brazo, apuntando con su mano a Quetzalcóatl, para después dispararle una serie de espinas, que seguro acabarían acribillando a la figura de Fernando.

—¡Bola de fuego! —Exclamó Javier mientras se acercaba a Fernando, lanzando a su figura, la cual de inmediato ejecutó el ataque, y logró quemar las espinas de su enemigo antes de que impactaran contra Quetzalcóatl.

—¡No interfieras novato! ¡Muro del dolor!—Gritó la chica furiosa al ver que Javier interrumpió su ataque, por lo que su figura rápidamente ejecuto el muro del dolor, estrellándose contra la figura de Javier y contra Javier mismo, impactándose contra un el poste que sostiene al tablero de basketball.

—¡Maldita! ¡Un verdadero ataque de espinas se hace así! ¡20000 espinas! —Le ordenó Linda al tiempo que sacaba a su figura de la bolsa derecha de su pantalón y rápidamente inició la conexión, para que ejecutara su técnica, claramente mas poderosa que la que había hecho anteriormente la figura enemiga.

—¡Rayo de fuego! —Exclamó aquella chica, y de inmediato, su figura ejecutó su técnica, quemando las espinas de la figura de Linda.

—¡Vamos Quetzalcóatl! ¡Libérate y protege a Uitstli! —Gritó Fernando, reaccionando de la sorpresa de la figura del enemigo al ver a Uitstli en peligro de ser alcanzado por el rayo de fuego; Quetzalcóatl rápidamente rompió el hielo que congelaba parte de su cuerpo, y rápidamente voló hacia donde estaba Uitstli, interponiéndose entre él y el rayo de fuego, generando algo de humo.

—Ya era hora... Gracias, pero no era necesario—Le dijo Linda a su amigo, algo seria.

—Tampoco era necesario que vinieras, pero bueno... —Le contestó Fernando a su amiga, aprovechando que el humo aun no desaparecía por completo.

—¡Tapayaxin! ¡Usa el ataque de los 100 puños! —Exclamó la oponente de Fernando, y de inmediato su figura estiró su brazo hacia atrás; y lanzó el golpe estirándose como si estuviera hecho de hule, al tiempo que su brazo iba y venia como un resorte, dando golpes a Quetzalcóatl, sin mucho esfuerzo, aunque no todos los golpes fueran certeros.

—¡Atrapa su brazo con una de tus garras y mándalo a volar! —Le ordenó Fernando a Quetzalcóatl, el cual, tuvo que dejar de estar en el aire y apoyarse en el suelo, para atrapar con su garra el brazo enemigo, para después, con mucha fuerza, mandaron a volar.

—¡Tepayaxin! ¡Resiste! —Animó la chica a su figura al ver como Quetzalcóatl la aventaba por los aires.

—¡Ahora elévate y estréllalo contra el suelo! —Exclamó Fernando y en seguida Quetzalcóatl se elevó disparado por los cielos para alcanzar a su enemigo, y una vez que lo logró, con un movimiento de su cola, le pego con tal fuerza, que lo mandó al suelo como un meteorito antes de estrellarse.

—¡Intangibilidad! —Le ordenó la chica a su figura, instantes antes de que impactara contra el suelo, y recuperándose del golpe, Tepayaxin se perdió en el suelo, tal cual un fantasma.

—Tepayaxin... Ese nombre significa... ¡Camaleón! —Exclamó Linda al darse cuenta del significado del nombre de Tepayaxin, que quizás seria una clave para explicar sus poderes.

—¡Cierto! ¿¡Como pude olvidarlo!?... Cuando era chico mi abuelo solía contarme sobre la figura legendaria del camaleón, que inspirada en ese animal, podría realizar cualquier tipo de ataque. —Le respondió Fernando a Linda, algo emocionado.

—Si es una figura legendaria... ¿Como es que alguien como el la tiene? —Preguntó Javier, que ya se había recuperado del golpe que había sufrido momentos atrás.

—No tengo la menor idea... —Le respondió Fernando.

—Vaya, vaya... Así que al fin de han dado cuenta, así como el camaleón puede cambiar de color, mi figura puede cambiar de poder... ¡Las veces que quiera! —Les respondió muy eufórica aquella chica— ¡Tepayaxin! ¡Materialízate y ataca a Quetzalcóatl con una serie rayos de fuego y hielo!

—¡Acción evasiva! —Le ordenó Fernando a Quetzalcóatl, el cual, ejecutó de inmediato la técnica, y haciendo unas maniobras increíbles en el aire, esquivaba los ataques del enemigo.

—¡No podrás esquivar los rayos por siempre! —Le dijo aquella chica a Fernando.

—¡Ahora! ¡Usa vientos huracanados! —Exclamó Fernando y de inmediato Quetzalcóatl paró la acción evasiva, para batir sus alas con gran fuerza, generando vientos de gran velocidad, que hacían que los ataques de Tepayaxin impactaran en el suelo.

—¡Cañón de agua! —Gritó aquella chica, para que después Tepayaxin hiciera que de una de las coladeras que se encontraba a un costado de la cancha, empezara a salir un torrente de agua, que golpeó a Quetzalcóatl, estrellándolo contra el suelo— ¡Ahora! ¡Rayo de hielo!

—¡Fuerte de espinas! —Le ordenó Linda a su figura, la cual, de inmediato hizo que salieran alrededor de la caída serpiente emplumada, grandes espinas, que tomaran la forma de un cono, protegiendo a Quetzalcóatl de ser congelado, lo que provocó la euforia del publico con el que ya contaban, pues la todos los chicos que observaban la batalla, creían que se trataba de una batalla normal, incluidos algunos compañeros del grupo de inglés de Fernando.

—¡No te entrometas! ¡Muro del dolor! —Exclamó aquella chica, y de inmediato Tepayaxin ejecutó su técnica, haciendo que Linda y Uitstli se estrellaran contra la reja que limitaba a las canchas con el patio del edificio E.

—¡Que demonios! ¡A ella no la tocas! —Gritó Fernando furioso al ver lo que su enemigo acababa de hacer, al tiempo que muchos de las personas del público empezó a abuchear a la oponente de Fernando.

—¡Chicos! ¡Detengan la batalla! ¡Eso ya no es una batalla reglamentaria! —Gritó una de las prefectas, a lo lejos, que alcanzó a ver lo ocurrido con Linda y se acercaba con han rapidez a la cancha de basketball.

—¡Esto no se quedará así! —Amenazó Linda furiosa a aquella chica, haciendo caso omiso de las advertencias de la perfecta— ¡Ataque de las 20000 lanzas!

—¡Quetzalcóatl! ¡Vientos huracanados! —Ordenó Fernando a su figura, la cual rompiendo el fuerte de espinas, se volvió a elevar por los aires y batiendo sus alas con gran fuerza, genero vientos de gran intensidad que interfirieron en el ataque de Linda, haciendo que todas sus espinas no llegaran al enemigo.

—¿¡Que demonios te pasa!? —Le preguntó Linda furiosa a Fernando.

—Yo nunca pedí tu ayuda, o la de alguien... ¡Esta es mi batalla! ¡Yo la enfrentare solo! ¡Así que lárgate! —Respondió Fernando agresivamente.

—Es un imbécil... —Se dijo Linda a si misma en voz baja, mientras se alejaba en dirección contraria de la perfecta, abriéndose paso entre la gente.

—Hombre... Esa no es la manera... —Le dijo Javier a Fernando mientras le daba una palmada en el hombro, para después, seguir a Linda.

—Lo siento Linda... No sabes como me duele, pero esta vez no estoy seguro de poder protegerte... Ni siquiera se si pueda protegerme a mi mismo... Estarás más segura así. —Pensó Fernando mientras cerraba los ojos por un momento.

—¡Chicos! ¡Retírense del lugar por favor! —Gritó la prefecta, mientras se acercaba a Fernando y a la chica.

—Lo siento, pero eso no se va a poder... ¡Activa la cúpula psíquica! —Exclamó aquella chica y de inmediato se creo una cúpula que encerró, solo a Fernando y a la chica, evitando que cualquier otra persona pudiera entrar e interrumpiera su combate, aun frente a las advertencias de la prefecta, que dándose cuenta de la situación, con un movimiento de cabeza, le confirmó a Fernando que podía defenderse.

—Ahora si, ya que nadie nos puede molestar... ¡Tepayaxin! ¡Usa rayo de hielo! —Exclamó la chica, y de inmediato su figura empezó a disparar contra Quetzalcóatl que aun seguía en el aire.

—¡Acción evasiva! —Le ordenó Fernando a Quetzalcóatl, que de inmediato empezó a maniobrar en el reducido espacio aéreo de la cúpula, para no ser alcanzado por un rayo del enemigo.

—¡Cambia a rayo de fuego! —Gritó aquella chica, y su figura cambió en seguida los rayos de hielo, por los de fuego.

—¡Sigue con acción evasiva! —Le ordenó Fernando a Quetzalcóatl, quien siguió esquivando los rayos de su enemigo— ¡Deberías mejorar tu puntería!

—¡Tepayaxin! ¡Detente y vuélvete intangible!... Y tu deberías saber que el blanco nunca fue Quetzalcóatl... —Le respondió aquella chica a Fernando, mientras que con su mano derecha le indicaba que mirara el centro de la cúpula; pues los rayos de hielo que Quetzalcóatl había esquivado, congelaron parte de la cúpula, que después con los rayos de fuego, el hielo se empezó a derretir, y ahora caía de todo el centro de la cúpula, tal cual lluvia, empapando a Quetzalcóatl.

—No puede ser... —Se dijo a si mismo Fernando, adivinando el peligro que acechaba a Quetzalcóatl, mientras toda el agua terminaba de caer de la cúpula.

—¡Ahora usa descarga! —Exclamó la chica, y Tepayaxin se materializó, lanzando una descarga eléctrica hacia Quetzalcóatl, y como había sido mojado, el daño causado por la descarga, se incrementó considerablemente, tal vez de no haber estado como serpiente emplumada, habría sido su fin.

—¡No! ¡Quetzalcóatl! —Gritó Fernando al ver como su figura perecía por la descarga, y caía al suelo.

—¡Fernando! —Exclamó Gustavo que desde hacia un rato había estado viendo la batalla desde el primer piso del edificio E.

—¿¡No puedes ir a ayudarlo!? —Preguntó Margarita, olvidando por un instante que estaba enojada con Gustavo.

—Si tan solo estuviera dentro de la cúpula... No hay manera de atravesarla, sin duda quien la creo es alguien muy poderoso... Ni siquiera esos dos maestros han podido atravesarla, solo nos queda confiar en Fernando... Aunque no se por que, pero esa chica se me hace conocida. —Respondió Gustavo muy seriamente, mientras señalaba a los dos maestros que estaban con la prefecta, que intentaban romper aquella cúpula con los poderes de sus figuras.

—¡Vamos! ¡No podemos dejar a ese pobre chico ahí dentro! —Les dijo la prefecta a los dos maestros.

—Lo siento, pero nuestros rayos psíquicos y fantasma no sirven... ¡Es imposible atravesar esta cúpula psíquica! ¡Necesitamos derrotar a su creador! —Contestó el maestro muy preocupado.

—¡Pero su creador esta dentro!... ¡Sigan intentando! —Les ordenó la prefecta a los dos maestros, para después dirigirse a un alumno— ¡Tu! ¡Ve por el profesor Jiménez de Física! ¡Y trae mas ayuda!

—Vamos Fernando... Yo se que tu puedes... —Pensó Claudia, algo preocupada, mientras colocaba sus dos manos en el pecho; pues desde que pasó por aquel lugar y reconoció a su amigo; había estado viendo toda la batalla, deseando poder ayudarle.

—Oye... ¿En serio creíste lo que Fernando te dijo? —Le preguntó Javier a Linda, que había ido a sentarse al otro extremo de las canchas, lastimada por la actitud de Fernando.

—Él fue muy claro... Solo le estorbábamos... —Se limitó a responder Linda.

—¿Sabes? Yo conozco a Fernando, y se que esa no fue su intención, el solo quería que te alejaras de aquel lugar... Lo hizo por tu bien. —Le respondió Javier con un tono de voz que demostraba mucha comprensión y que le inspiro confianza a Linda.

—Aunque eso fuera verdad, no debió tratarnos así... ¡Se supone que somos sus amigos! ¡Se supone que debe de saber que nosotros combatiríamos con el aunque nuestra vida estuviera en peligro! —Contestó Linda algo alterada.

—Es claro que Fernando lo sabe... Por eso hizo lo que hizo, él sabia que nosotros no lo dejaríamos a menos que se portara así... En cierta forma, era la manera más fácil y rápida de hacer que nos alejáramos de aquel lugar. —Agregó Javier, tratando de ser lo mas maduro posible.

—Puede ser... Pero aun así sigue siendo un imbécil... —Comentó Linda ya más tranquila.

—Ven, vamos a ayudarle. —Le dijo Javier a Linda mientras se paraba y estiraba su brazo, para ayudar a Linda a pararse.

—Vamos. —Respondió Linda mientras se paraba ayudada por el brazo de Javier, para después ir hacia donde estaba aquella cúpula.

—¡Es hora de acabar con esto! ¡Empalamiento! —Exclamó aquella chica, saboreando su victoria.

—¡Vamos Quetzalcóatl! ¡Elévate! —Le ordenó Fernando a su figura haciendo uso de sus ultimas energías, y con un esfuerzo titánico, Quetzalcóatl logró elevarse a los cielos, evitando las estalagmitas de tierra que Tepayaxin hizo que salieran del suelo, que seguro habrían acabado atravesando el cuerpo de la debilitada serpiente emplumada— ¡Vientos huracanados!

—¡Intangibilidad! —Gritó aquella chica al ver como Quetzalcóatl batía sus alas, evitando que su figura realizara algún ataque; sin embargo al volverse intangible, el viento de Quetzalcóatl dejó de afectarle.

—Maldita sea... —Pensó Fernando al ver como su enemigo evitaba su ataque.

—¡Ahora materialízate y usa súpergolpe! —Le ordenó la chica a Tepayaxin, el cual, volando sobre los aires, al tiempo que se materializaba, le dio un súpergolpe a Quetzalcóatl en la mandíbula.

—¡Defiéndete Quetzalcóatl! —Exclamó Fernando, ya con señas claras de cansancio, cuando vio que su oponente también podía usar ataques de súperfuerza; y tratando de defenderse, Quetzalcóatl empezó a maniobrar en el aire, obteniendo más ventaja y dando mas golpes, con su cola y cuerpo, de los que recibía.

—¡Tapayaxin! ¡Alterna tu intangibilidad con la súperfuerza para derrotarlo! —Gritó aquella chica a su figura, la cual se volvió intangible evitando uno de los golpes de Quetzalcóatl, para después materializarse en otro lado, golpeando a la serpiente emplumada, para volverse intangible de nuevo, repitiendo este proceso varias veces, hasta confundir a su enemigo, pues ya no sabia de donde podían venir los golpes, obteniendo la ventaja de la batalla.

—¡Quetzalcóatl! ¡Resiste! —Animó Fernando, entre jadeos, a su debilitada figura.

—¡Acábalo con rayo de fuego! —Ordenó la chica a su figura, que posicionándose por arriba de Quetzalcóatl, lanzó su rayo, dando en el blanco, pues la serpiente emplumada ya no tenia la fuerza suficiente para esquivarlo, estrellándose inevitablemente contra el suelo; esta vez sin poder levantarse.

—¡Claro! ¡Ya lo recordé!... —Exclamó Gustavo al mirar detenidamente a aquella chica.

—¿Otra de tus admiradoras? —Le preguntó fríamente Margarita a su novio.

—¡No! ¡Es la chica con la que se enfrentó Mauricio la última vez que vino! —Respondió Gustavo, algo emocionando pero preocupado a la vez— Ahora lo entiendo... Esa vez quería una batalla con nosotros solo para medir nuestro poder y así poder derrotar a Fernando.

—¿A que te refieres? —Volvió a preguntar Margarita, pero esta vez, con más curiosidad que celos.

—Su objetivo desde un principio fue Fernando... No se lo quien sea o que es lo que quiera de Fernando, pero sin duda, lo lograra, esto es confuso, pero al enfrentar a Mauricio, ella, indirectamente, aprendió como enfrentar a Fernando y de paso algunas de las técnicas de Mauricio, así como algo de su estilo de combate. —Respondió Gustavo muy seriamente.

—Creo que estas dramatizando... ¿Como podría saber ella que ustedes son amigos? —Preguntó Margarita con cierto sarcasmo.

—No lo sé; quizás estaba presente en la invasión de David... Pensándolo bien, tiene sentido, puede ser una colega de David, que esta buscando venganza. —Contestó Gustavo algo emocionado por su descubrimiento.

—Yo digo que solo piensas tonterías... Pero como sea, deberías de ir a ayudar a Fernando. —Le dijo Margarita a Gustavo, empujándolo pata que bajara a ayudar a su amigo.

—Tienes razón... Vamos a necesitar mucho poder para romper esa cúpula. —Se limitó a decir Gustavo, mientras se alejaba de aquel lugar, para auxiliar a su amigo.

—¿¡Quien eres tu!? ¿¡Por que quieres mi figura!? —Le preguntó Fernando a su oponente, cada vez más cansado, preparándose para su derrota, con Quetzalcóatl, tirado a sus pies, sorprendentemente, aun, como serpiente emplumada.

—Ya que vas morir... Solo te diré que me llamo Roxana y necesitamos tu figura. —Respondió la chica, al tiempo que alzaba su brazo con la muñequera, de modo que esta ultima quedara a la altura de su cara.

—Roxana... Tu nombre no esta tan mal... —Le dijo Fernando a su oponente, casi a punto de desfallecer.

—¡Tepayaxin! ¡Muro del dolor! —Exclamó Roxana, con grandes gotas de sudor en su cara, que revelaban que también había usado gran parte de su energía en la batalla; Tepayaxin ejecutó de inmediato su técnica, estrellando a Quetzalcóatl y Fernando, contra una de las paredes de la cúpula psíquica.

—¡Fernando! —Exclamó Claudia cuando vio como su amigo se estrellaba contra la cúpula.

—¡Rompan esa maldita cúpula! —Gritó la prefecta cuando vio como Fernando era herido, y como a pesar de los esfuerzos de cuatro maestros y algunos alumnos no lograban romper la cúpula psíquica, a pesar de que era atacada por rayos psíquicos, fantasma, de fuego, y algunos súpergolpes.

—¡Uitstli! ¡Con más fuerza! —Gritaba Linda mientras daba puñetazos al tiempo que Uitstli lanzaba sus espinas a aquella cúpula, preocupada por que su amigo se encontraba dentro y no podía hacer algo para ayudarlo.

—Será mejor que ellos no vean lo que sigue, o harán mucho mas escándalo... ¡Tormenta de polvo! —Le ordenó aquella chica a Tepayaxin, el cual hizo que la tormenta de polvo se expandiera por toda la cúpula, provocando que nadie del exterior fuera capaz de observar lo que pasaba dentro de la aquel campo de fuerza psíquico— ¡Estalagmita de la muerte!

—¡Destrúyela con tu garra! —Exclamó Fernando dentro de aquella tormenta de polvo, mientras en el lugar donde se supone que debía de estar situado, podía apreciarse un gran resplandor verde; que era lo único que podía verse dentro de la cúpula.

—¿¡Que demonios!? —Se preguntó a si misma Roxana, quien ya daba por ganada la batalla.

—¡Vientos huracanados! —Le ordenó Fernando a Quetzalcóatl, quien batiendo sus majestuosas alas, logró disipar todo el polvo que estaba dentro de la cúpula, dejando que las personas del exterior observaran que la fuente de aquel resplandor eran los cuerpos de Fernando y Quetzalcóatl.

—¿¡Como es posible!? —Volvió a preguntarse Roxana al ver como su oponente aun tenia energías para luchar.

—¡Quetzalcóatl! ¡Estréllalo contra la cúpula! —Exclamó Fernando, aun con la cabeza agachada y recargado de espaldas contra la cúpula; Quetzalcóatl obedeció de inmediato y usando su cola como si fuera un látigo, estrelló a su enemigo contra la pared de la cúpula que quedaba atrás de Roxana, dejando inmóvil a su enemigo y creando algunas grietas en la misma, por la fuerza del impacto.

—¿Fernando? —Se preguntó Linda cuando vio el poder que ahora tenia su amigo, a pesar de su demacrado aspecto.

—Ese chico... Logró con un solo golpe lo que no hemos logrado todos nosotros juntos. —Comentó asombrado uno de los maestros que trataban de romper la cúpula.

—¿Que estas haciendo Fernando? —Pensó Gustavo cuando llegó al lugar donde se estaba llevando a cabo la batalla y vio la técnica de su amigo.

—Por favor, Fernando, ten mucho cuidado. —Se dijo a si misma Claudia, mientras colocaba sus dos manos en su pecho, al tiempo que agachaba su cabeza, en señal de preocupación por su amigo.

—¡Ahora! ¡Embístelo! —Gritó Fernando, aun con la cabeza agachada y con el verde resplandor que lo rodeaba; Quetzalcóatl en seguida embistió con su cabeza a su enemigo que aun seguía atorado en las grietas de la cúpula, provocando que esta se rompiera en miles de pedazos, al no poder soportar la fuerza con la que Quetzalcóatl aplastaba a su enemigo contra una de sus paredes.

—Esto no puede estar pasando... ¡Se supone que tu no tenias tanta energía! —Exclamó la chica al ver como Fernando se recuperaba y tomaba ventaja en la batalla.

—Siempre debes estar preparada para todo... —Se limitó a responder Fernando entre risas, sin alzar la cabeza y con su inquietante aura verde que lo rodeaba— ¡Quetzalcóatl! ¡No dejes que se recupere! ¡Sigue golpeándolo!

—¡Ya basta hijo! —Exclamó uno de los maestros mientras corría junto con sus colegas a sujetar a Roxana y terminar con la batalla.

—¡Vamos que esperas! ¡Activa la segura barrera! —Gritó al aire Roxana, desesperada y cada vez mas cansada.

—¿¡Que demonios!? ¡No puedo moverme! —Avisó sorprendido uno de los maestros que se dirigía a interrumpir la batalla, sin poder moverse, rodeado por un leve brillo de color morado.

—¡Yo tampoco! —Exclamó otro maestro con el mismo brillo de color morado.

—¡Ni yo! —Gritó Javier, que también había corrido a tratar de auxiliar a su amigo, presentando el mismo brillo que todos los presentes, menos Roxana y Fernando.

—¿¡A que se debe esto!? —Preguntó espantada una de las alumnas que había estado observando la batalla.

—¡Que alguien me explique que esta pasando! —Exclamó otro chico que también había llegado a aquel lugar movido por la curiosidad.

—No es tan difícil... Alguien esa utilizado una especie de control mental para inmovilizarnos y así evitar que intervengamos en la batalla. —Contestó con cierta serenidad el profesor Jiménez de Física.

—Eso quiere decir, que debe esa chica debe de tener otro compañero que le este ayudando. —Agregó Gustavo, que también se encontraba inmovilizado por el control mental, pues se había acercado demasiado.

—En efecto... —Reafirmó el profesor Jiménez la suposición de Gustavo.

—¡Tepayaxin! ¡Vuélvete intangible y contraataca con tu rayo de fuego! —Le ordenó Roxana a su figura, que de inmediato se volvió intangible, esquivando uno de los golpes de Quetzalcóatl, para materializarse flotando arriba de su enemigo y disparar su rayo.

—¡No pares! —Animó Fernando a Quetzalcóatl, quien empezó a golpear con sus garras el rayo de fuego, que poco pudo hacerle al dragón americano, perdiendo terreno ante él, lo que permitió que Quetzalcóatl alcanzara a Tepayaxin dándole un golpe con una de sus garras, que hizo que se estrellara contra el suelo.

—¡Tepayaxin! ¡No! —Gritó Roxana con la cara empacada en sudor, cuando vio como su figura se estrellaba en el suelo, levantando una fina capa de polvo, al tiempo que se creaba un cráter en el lugar donde había caído Tepayaxin.

—Vaya, vaya... No se quien mas este contigo... ¡Pero no lograra detenerme con eso! ¡Libérate Quetzalcóatl! —Exclamó Fernando levantando por primera vez su cara, con sus ojos muy abiertos, y gritando como si estuviera realizando un gran esfuerzo; además de que ahora Quetzalcóatl y Fernando, ya no solo presentaban su aura verde, sino que también un leve brillo morado, igual que el de los demás; pero en cuanto Fernando terminó de pronunciar estas palabras, la aura verde que los rodeaba, creció y se volvió mas agresiva, desapareciendo el brillo azul, y permitiendo que Quetzalcóatl se moviera de nuevo.

—¡Tepayaxin! ¡Activa tu campo de fuerza eléctrico para protegernos! —Le ordenó Roxana; entre jadeos; a su figura, que haciendo un ultimo esfuerzo, se puso de pie, y con sus manos estiradas hacia el aire, creo un campo de fuerza, con el que se protegió a si misma y a su dueña.

—¡Usa vientos huracanados y rompe ese campo de fuerza! —Gritó Fernando y Quetzalcóatl empezó a batir sus alas rápidamente y con una fuerza increíble, generando vientos comparables con los de los grandes tornados; destruyendo así, la defensa de su enemigo.

—¿¡Como es que un simple niño como tu puede poseer tanto poder!? —Le preguntó Roxana desesperada a Fernando, mientras demostraba claras señas de que estaba llegando a sus límites.

—Se debe a dos cosas... La primera es que he descubierto tu punto débil; tus ataques son muy básicos, que si bien es cierto que en combinación son muy peligrosos, al tener tanto poder no te has especializado en un solo tipo de poder, lo que ha originado que todos tus ataques sean muy básicos... —Le respondió Fernando a su oponente con cierto cansancio en su voz, demostrando que el poder que estaba usando, ya empezaba a tener efectos secundarios.

—¡Eso no es cierto! ¡Mis ataques no son nada básicos! —Exclamó Roxana furiosa por lo que le había dicho Fernando.

—Entonces piensa lo que quieras... —Le dijo Fernando a Roxana al ver como reaccionaba.

—¿Y la segunda razón cual es? —Volvió a preguntar Roxana.

—Por que ahora mismo... ¡Puedo ser el jugador de Oochel muk' mas poderoso de todos! —Exclamó Fernando con cierta confianza y seguridad en sus palabras— Ahora mismo estoy usando la energía de cada una de mis células, inclusive de cada átomo que me constituye... Es por eso que yo llamo a esta técnica... ¡Energía atómica!

—¡No puede ser! —Gritó de repente el profesor Jiménez, quizás el más viejo en edad de los presentes.

—¿Que sucede? —Le preguntó la prefecta que se encontraba inmovilizado a un lado suyo.

—Si lo que dijo el chico es verdad... —Respondió el profesor con cierta seriedad— ¡Corre un peligro fatal si no detiene esa

—¿A que se refiere? —Preguntó esta vez Linda, que estaba lo suficientemente cerca como para escuchar a su maestro.

—Esa técnica, es legendaria... —Respondió el profesor Jiménez muy serio— En los códices que hablan sobre Oochel muk' se encontró que existían técnicas legendarias; técnicas incomparables, que quien las dominara, seria prácticamente invencible, y entre ellas, se menciona una parecida a la que ese chico esta usando; se decía que para realizar esta técnica era necesario utilizar toda la energía del cuerpo, toda tu energía vital, y como resultado tu figura adquiriría una fuerza tal, que se convertiría en la mas poderosa de todas... Sin embargo si se usa por mucho tiempo, trae graves consecuencias para el jugador, consecuencias que no pueden ser imaginadas... Hasta ahora sinceramente, yo creía que se trataba de una leyenda... Aunque por lo que puedo ver es una espada de doble filo... Tan solo con ver el aura que tiene ese chico se puede saber que es un desperdicio se energía... Energía que no puede controlar.

—¡Quetzalcóatl! ¡Sigue atacando! —Le ordenó Fernando; incrementando de nuevo su aura verde; a su figura, que de inmediato voló hacia donde se encontraba Tepayaxin para terminar de una vez la batalla.

—¡Vamos Tepayaxin! ¡Defiéndete como puedas! —Exclamó Roxana desesperada y muy cansada, al ver como la gran serpiente emplumada le daba una paliza a su figura, la cual empezó a lanzarle a su oponente todo tipo que ataques para quitárselo de encima; sin embargo ninguno tuvo éxito.

—Maldita sea... Esto no puede seguir así... ¡Uitstli! ¡Enciérranos en un megafuerte de espinas! —Gritó de repente Linda y acto seguido su figura creó un gran fuerte de espinas alrededor de Javier, Fernando, Roxana y Linda, excluyendo a todos los demás; pues una vez que el fuerte se completó, Linda y Javier, fueron capaces de moverse de nuevo.

—Vaya... Que inteligente... Aunque no se bien como piensa ayudarle así... Hubiera sido mejor si también nos hubiera incluido a nosotros. —Pensó Gustavo, aun inmovilizado.

—¿Que fue lo que hiciste? —Le preguntó Javier con cierto asombro a Linda.

—Solamente fingí que mi figura también fue afectada... Mi figura es inmune a los ataques psíquicos así como algunas de sus técnicas... Los poderes psíquicos no funcionan aquí dentro, por eso podemos movernos. —Le explicó Linda con cierta sencillez a Javier, aunque algo agotada por la cantidad de energía que tuvo que usar para realizar esa técnica.

—Ahora lo entiendo... —Se limitó a responder Javier, mirando asombrado la técnica de su amiga, pues de no ser por el verde resplandor de Fernando, estarían sumidos en la oscuridad dentro de aquel fuerte de espinas.

—Hay que hacer algo pronto, si Fernando sigue así, podría acabar muy mal... —Le dijo Linda muy preocupada a Javier, al ver como Fernando seguía combatiendo, sin importa

—¿Que tal si lo ayudamos como tu lo hiciste cuando derrotaron a David? —Preguntó Javier con cierta inseguridad.

—¡Claro! ¿¡Que esperas!? ¡Vamos a ayudarle! —Exclamó Linda con cierta emoción, ante la idea de Javier, que ahora corría a ayudar a Fernando.

—¡Vamos Quetzalcóatl! ¡Derrótalo! —Exclamó Fernando, ahora mas agotado, pero maniendo su técnica.

—¡Hey hombre! —Le dijo Javier a Fernando, tomándolo por su hombro derecho— ¡No tienes que hacer todo esto tu solo! ¡Nos tienes a nosotros! ¡Tus amigos!

—Javier... —Dijo Fernando sorprendido cuando volteó para atrás por su derecha, y vio a Javier, sonriéndole, mientras Linda tomaba su brazo izquierdo, por lo que volteó a verla, y de inmediato ella asintió con la cabeza, confirmando lo que Javier le había dicho.

—Eres un gran amigo para mi... —Le susurró Linda a Fernando, el cual, al oír dichas palabras, detuvo su técnica y el resplandor verde desapareció tanto en Quetzalcóatl como en Fernando, sin embargo este ultimo sintió como la energía de sus dos amigos recorría todo su cuerpo; formándose una especie de aura azul alrededor de los tres chicos y Quetzalcóatl.

—Amigos... Gracias... En cuanto a ti... ¡Es hora de terminar con esto! ¡Quetzalcóatl! ¡Mándalo a volar y usa megataladro! —Le ordenó Fernando a su figura, que con un movimiento de su cola mando a volar a su enemigo, para después volver a su forma normal, desapareciendo la serpiente emplumada para dar lugar al imponente taladro, que en seguida impactó a Tepayaxin, y destrozando la fortaleza que Uitstli había hecho, el megataladro salió con su víctima al exterior, para seguir elevándose, hasta que Tepayaxin ya no pudo resistir tanto poder y fue pulverizado por el megataladro de Quetzalcóatl, ante el asombro de todos los presentes, que aun estaban inmovilizados.

—¡No! ¡Tapayaxin! ¿¡Como pudo pasar!? —Exclamó Roxana al ver como su figura fue hecha pedazos, arrodillándose mientras que con sus manos en la cabeza jalaba su cabello de un lado a otro en señal de desesperación.

—¡Maldita sea! ¡No de nuevo! —Exclamó Javier al ver como aquel resplandor morado volvía a él y le impedía moverse de nuevo.

—¿¡Que demonios es esto!? —Preguntó Linda cuando vio como unas cadenas de color morado salían del suelo y la inmovilizaban a ella y a Uitstli.

—No puede ser... Olvidé a su amigo... Y ya no tengo nada de energía. —Dijo Fernando para si mismo en voz baja, mientras caía de rodillas al suelo, pues ya había gastado demasiadas energías y estaba a punto de desfallecer; sin embargo era el único que no presentaba aquel resplandor morado.

—¡No! ¡Dame otra oportunidad! ¡Jamás me dijeron que el podía hacer eso! ¡Ya verán como lo derrotare! ¡No te atrevas! —Gritaba realmente desesperada Roxana, arrodillada como estaba, moviendo su cabeza de un lado a otro, hasta que agacho su cabeza durante un rato, calmándose, sin decir una sola palabra; para después ponerse de pie de nuevo, con un extraño resplandor de color morado en la iris de sus ojos.

—¿Que demonios eres tu? —Preguntó Fernando, haciendo esfuerzos titánicos por no desfallecer.

—Eso no importa ahora... Escucha con atención chico, puede que esta vez hayas ganado, yo era la más débil de todos ellos... Ten por seguro que alguien mas vendrá visitarte de nuevo un día de estos... Solo no olvides nuestro símbolo... —Respondió Roxana fríamente dentro de la mente de Fernando, tal cual si fuera otra persona la que hablara, mientras se desvanecía en el aire.

—¡Espera! —Gritó Fernando estirando su brazo, como queriendo alcanzar a su enemigo, cuando vio como Roxana se desvanecía cual fantasma.

—¡Vaya! ¡Ya puedo moverme! —Exclamó uno de los alumnos una vez que Roxana se desapareció por completo.

—¡Si! ¡También yo! —Dijo otro alumno al confirmar que efectivamente, podían moverse de nuevo.

—¡Fernando! —Llamó Javier a su amigo, mientras se agachaba para ayudarlo a levantarse.

—Por favor... Ve por Quetzalcóatl. —Pidió Fernando a Javier, señalando el lugar donde había caído.

—Yo voy... —Dijo Linda, dando un paso para delante, pero deteniéndose al instante cuando vio que una chica de cabello largo y castaño, con una blanca diadema en su cabeza se acercaba a Fernando y extendiendo sus dos manos le mostraba que ella tenía a su figura.

—Vaya... Gracias Claudia... —Se limitó a responder Fernando mientras cerraba sus ojos y era levantado apoyándose en el hombro de su amigo y un profesor que había llegado a ayudarlo, para llevarlo a enfermería.

—Recupérate pronto... —Le susurró Linda al odio a Fernando, mientras se lo llevaban.

Después de lo sucedido las autoridades de la Preparatoria decidieron cerrar las canchas, y seguir las clases como si nada hubiera pasado. Claudia acompañó a Javier y al profesor a llevar a Fernando a la enfermería, donde la enfermera le indicó a Javier que fuera por las cosas de su amigo, y después de cumplir el cometido, la enfermera les dijo a los dos chicos que dejaran solo a Fernando, sin embargo como ninguno de los dos quería hacer tal cosa, Claudia le dijo a Javier que ella lo cuidaría hasta que estuviera mejor, que ya habían terminado sus clases; Javier en un principio no estuvo de acuerdo con esta decisión, pero aun así, fue convencido de que Claudia cuidaría bien a su amigo, por lo que se tuvo que retirar de aquel lugar.

Fernando pasó un rato dormido en la enfermería; y cuando la doctora tuvo que salir por un asunto, Claudia aprovechó para entrar al cuarto donde estaba Fernando, y con ayuda de su figura empezó a transferirle su energía para que se recuperara más rápido.

—¡Vamos Fernando! ¡Despierta! —Se repetía a si misma Claudia empapada en sudor, mientras incrementaba la energía que le daba a Fernando, poniéndose en riesgo ella misma por ver a su amigo despertar.

—No lo hagas... —Le dijo muy suavemente Fernando a su amiga, mientras que con su mano tomaba uno de los brazos de Claudia.

—Pero Fernando... Dijeron que solo necesitabas reposo para recuperar tus energías, que estarías bien... Yo solo quiero ayudarte. —Le respondió Claudia mientras tomaba la mano de Fernando entre las suyas.

—Ni con toda tu energía lograras que me recupere tan rápido... Fue descomunal toda la energía que utilicé... Ya es suficiente con que estés aquí a mi lado. —Contestó Fernando volteando a ver a Claudia, con cierto agradecimiento en sus ojos.

Una hora y media mas fue lo que tuvo que permanecer Fernando en la enfermería para recuperar energías suficientes como caminar; y una vez que la doctora confirmó que se encontraba en las condiciones necesarias para salir de aquel lugar, le advirtió que le prohibía volver a utilizar aquella técnica de nuevo; pues de ser así, podría morir en menos de 10 minutos, ya que su cuerpo sufriría un envejecería a velocidades sorprendentes después de los 5 minutos, gastando toda la energía de su vida, hasta llegar a los 10 minutos, donde lo esperaría una muerte segura.

Al salir del consultorio de la doctora, Fernando se encontró con Claudia, sentada en una de las sillas de la sala de espera, la cual, al ver a su amigo, impulsivamente lo abrazo, diciéndole cuanto se alegraba de que estuviera bien.

—¿Que fue esa técnica Fernando? —Preguntó con mucha seriedad Claudia a su amigo, mientras se alejaban de la enfermería.

—La energía atómica... —Se limitó a responder Fernando.

—Yo admito que esa técnica es realmente sorprendente, pero si en verdad usas la energía de tus átomos para realizarla... ¿No podría llegar el momento en el que estos pierdan la fuerza que los mantiene unidos y termines desapareciendo? —Volvió a preguntar Claudia llena de preocupación por que sus temores fueran ciertos.

—Es un riesgo que debo correr... —Se limitó a responder Fernando muy serio.

—¡Eso no es cierto! ¡No tienes que hacer todo tu solo! ¡Tienes amigos que lucharíamos contigo hasta el final! —Le dijo Claudia a Fernando, haciendo una seña con su mano a su hermana de que la esperara un momento.

—Tienes que irte... Tu hermana te espera... —Contestó Fernando a Claudia, como salir de aquella situación.

—Ella puede esperar... Primero tienes que prometer que no volverás a usar esa técnica. —Le dijo Claudia muy decidida a Fernando, mientras lo miraba fijamente a los ojos.

—Esa técnica solo es para usarse en casos de vida o muerte. —Objetó Fernando, mientras tomaba las manos de su amiga entre las suyas.

—Entiende que tienes amigos que te ayudaríamos... —Agregó Claudia llevando las manos de su amigo que sujetaban las suyas a su pecho.

—¿Y cuando me encuentre solo? —Preguntó Fernando, como esperando que su amiga no encontrara una respuesta para ello.

—Nunca estarás solo... Siempre trataré de ayudarte. —Contestó Claudia, mientras zafaba sus manos para abrazar a Fernando.

—Esta bien... Tratare de no usar más esa técnica. —Le prometió Fernando a su amiga mientras se separaba de ella.

—Eso no me convence... —Respondió Claudia algo molesta.

—Pero no puedo prometerte más... Y además tienes que irte. —Respondió Fernando, con un tono suave y dulce, mientras miraba hacia donde se encontraba la hermana de Claudia, una chica un año más grande que ellos, morena, de complexión robusta y de la altura de Fernando.

—Me preocupas Fer... —Le susurró Claudia a Fernando, para después alejarse de aquel lugar, algo confundida, sin pronunciar palabra alguna.

A pesar de su condición Fernando decidió quedarse un rato mas en la Preparatoria para buscar a Gustavo, y cuando vagaba en el pasillo que esta en frente de los salones de Física, se encontró con Linda, que estaba algo preocupada por su amigo, a pesar de que Javier le había dicho que estaría bien.

—¿Como sigues? —Le preguntó Linda a su amigo, cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella.

—Estoy algo cansado... Pero nada grave. —Respondió Fernando algo nervioso.

—¿Entonces por que sigues aquí? ¿No deberías irte a tu casa?

—Hay muchas cosas que debería de hacer...

—Bueno... Como tu quieras... ¿Por que eres así?

—¿Así como?

—Es difícil explicarlo... No entiendo por que quieres hacer todo tú solo, como hace rato... No debiste de habernos corrido de esa manera.

—Lo se... Pero si ni siquiera podía protegerme a mi mismo... ¿Como esperabas que te protegiera a ti o a Javier de cualquier daño?

—No se trata de proteger... Se trata de ayudar...

—Yo no quiero que ustedes corran riesgos por mi culpa.

—Y yo no quiero que arriesgues tu vida por necio... ¡Tu sabes lo que habría pasado si hubieras usado la energía atómica mas tiempo!

—Así que tú también lo sabes...

—Lo dijo el profesor de Física mientras tú estabas peleando... ¿Por que pusiste en riesgo tu vida?

—No tenía otra opción...

—Eso es mentira... Siempre hay opción, podías dejar que te ayudáramos...

—No quería hacer que corrieras peligro por mi culpa.

—¿Sabes?... A mi me hubiera encantado decirte que si, pero no lo hice, por que no quiero que seas simplemente otro mas… quiero que nuestra amistad perdure mucho tiempo, y no que cuando terminemos se olvide nuestra amistad…. Tu eres un gran amigo mío, a mi no me importa correr grandes riesgos con tal de ayudarte...

—Gracias...

—No lo agradezcas... Somos amigos y eso es lo que hacen los amigos... Vamos... Prométeme que no volverás a usar esa técnica nunca más. —Le pidió Linda a su amigo, mirándolo fijamente a los ojos.

—Esta bien... Te lo prometo. —Le contestó Fernando después de mucho pensar, mirábamos también a los ojos.

Después de ello Linda le dijo a su Fernando que sus amigas la esperaban abajo y lo invitó a irse con ellas, sin embargo Fernando rechazó la invitación abogando que aun tenia que buscar a alguien; Linda trató de convencerlo para que se fuera con ellas, pues Fernando aun no estaba en condiciones para estar perdiendo el tiempo por ahí, sin embargo, la necedad de Fernando pudo mas que su amiga, la cual solo se fue de aquel lugar cuando Fernando le prometió que se cuidaría y no se quedaría mucho tiempo más.

Después de que Fernando se despidió de su amiga, se quedó un rato parado en el mismo lugar, viendo como Linda se alejaba para encontrarse con sus amigas. A Fernando le fascinaba toda ella, su manera de pensar, su manera de hablar, incluso hasta su manera de caminar, para él no había chica mas hermosa que su amiga.

—¿Cuando entenderás Linda? ¿Cuando entenderás que lo que yo tengo es sed y no hambre? ¿Cuando entenderás que en lugar de ofrecerme del pan de tu amistad, deberías servirme del vino de tu amor? —Pensó Fernando mientras observaba desde arriba como Linda se reunía con sus amigas.

Después de que Linda estuviera fuera del alcance de su vista, Fernando decidió seguir su camino, buscando a Gustavo. No pasó mucho rato cuando Fernando encontró a su amigo sentando en el fondo del pasillo del segundo piso del edificio C. Gustavo se encontraba con la cabeza baja, con los audífonos puestos, y mirando hacia las canchas, pero sin un lugar fijo a donde mirar, como si estuviera en otro lugar.

—¿Que tienes? —Le preguntó Fernando a Gustavo, mientras que pateaba levemente el tobillo de su amigo, para hacerle ver que había alguien a su lado.

—Nada... —Se limitó a responder Gustavo mientras se quitaba uno de sus audífonos y volteaba a ver a Fernando.

—¿Problemas con amorosos...? —Volvió a preguntar Fernando mientras se sentaba al lado de su amigo.

—Me cae mal Margarita... A veces no entiende lo que yo quiero —Contestó Gustavo después de asentir con la cabeza a la pregunta de Fernando— ¿Y tu que tienes?

—Creo que yo también tengo nada... —Respondió Fernando sonriéndole a su amigo, mientras se levantaban de donde estaban sentados para irse juntos al metro.